LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA
“UNA TRADICION EN LA
PAZ...DOÑA ESTER FLORES DE ABAROA...MAS DE UN SIGLO VISITANDO EL ZACATAL”.
“Desde
que estaba en el vientre de mi madre, ya visitaba la capillita de San Antonio
en el Zacatal, el trece de junio de cada año. Y en mis 101 años de vida que
gracias a Dios cumplí el pasado 3 de junio, no he faltado ni un año con esta
tradición que era una costumbre de mis antepasados, y la que he respetado junto
con todos mis descendientes año tras año hasta la fecha”. Dijo la encantadora
viejecita doña Ester Flores viuda de Abaroa, metida entre mullidos almohadones,
con una salud y lucidez envidiable quien es atendida con gran cariño y
veneración por su hija Marianita Abaroa y demás hijos, rodeada de nietos, bisnietos
y tataranietos así como por nueras y yernos.
Eran aquellos tiempos de finales de siglo del siglo
antepasado...de desarrollo en La Paz, estaba en su auge la minería, el buceo de
perlas, la pesca, ganadería y el comercio; y por lo tanto la construcción de
grandes y hermosos edificios coloniales empezaban a surgir como el palacio
municipal, la parroquia de Nuestra Señora de La Paz, la Torre Eiffel, La Perla
de La Paz, el Teatro Juarez, El Palacio de Gobierno, la Logia Masónica, entre
tantos otros edificios de igual importancia, que ayer como hoy embellecen
nuestra histórica y legendaria ciudad de La Paz, la que su majestuosa bahía de
límpidas y cristalinas aguas estaba inundada de armadas perleras, avionetas
acuáticas, y barcos de cabotaje.
En la calle California, en la casa de gruesas maderas y
techumbre de palma, marcada con el número 88 en el tradicional barrio de
pescadores el manglito, ahora 5 de Febrero y Topete, en el hogar formado por el
señor Salomé Flores Felix, afamado capitán de los barcos mercantes de aquel
ayer, y su esposa doña Felipa Cosío de Flores, aquella cálida mañana del 3 de
junio de 1899, día de corpus cristi, se inundó de dicha con el nacimiento de la
niña a quien por nombre pusieron Ester. Eran tiempos del régimen Porfirista,
cuando el territorio Sur de la Baja California era gobernado por jefes
políticos, entre sobre saltos y tiros de escopetas, pescadores y buques de
cabotajes, transcurrió la infancia de Ester.
Sus queridos e inolvidables maestros de primaria en la
Escuela Dos fueron Concepción Casillas Seguame, quien fungía como directora,
Chonita y Mercedes Manríquez, Inés Hirales y Chepita Cota. Dice doña Estercita
que antes era muy duro estudiar la primaria, los que salían de sexto año es por
que ya eran maestros. La disciplina y el respeto a los mayores era lo más
importante en la educación. Desde que tiene ella uso de razón recuerda los
festejos en el Zacatal, el que fue fundado por Don Rosario Sandoval y Doña
Josefa Carlón de Sandoval, así como fundó también la tradición de venerar al
santo patrono, San Antonio cada 13 de Junio, y las fiestas que empezaban con la
misa de las cinco de la mañana y todo el día había bailes amenizados con
guitarras y violines, y doña Lupe Sandoval tocaba el acordeón. Mataba reses
para la barbacoa, para brindarles a los asistentes. También se organizaban
carreras de caballo que generalmente terminaban en pleitos, y a tiros de
escopetas ponían el orden entre los peleoneros.
En su cabecita florecieron los lirios, por tantos
inviernos transcurridos...en su rugoso rostro se aprecia la bondad, y en sus
ojos la luz de la inteligencia...de su boca, las palabras susurrantes van
fluyendo...y entornando los ojos, como haciendo un esfuerzo para recordar, la
dulce muchacha antigua dice que en
aquellos años salían a pie rumbo al zacatal, ella y su tía Guillerma Cosío de
Matos y demás hermanos, desde muy temprano para estar a la misa de cinco de la
mañana. Doña Guillerma llevaba lonche y era muy buena para rezar, a falta de
sacerdote, ella decía los rosarios, y desde siempre no ha dejado de ir al
Zacatal ningún año. Va a darle las gracias a Dios porque le concedió un año más
de vida, y a pedirle bendiciones para toda su familia, sus amigos, y para toda
la humanidad y que le permita asistir el próximo año.
Continua diciendo doña Estercita que en la capillita al
pie del santo, están sepultados los señores Sandoval a petición de ellos
mismos. El tesoro del toro prieto de los Sandoval, a través de los años ha sido
una leyenda, son muchos los que lo han buscado pero no se sabe si lo
encontraron. Con nostalgia, dice doña Estercita que su mamá falleció de 107
años y su padre, Don Salomé Flores también murió de edad muy avanzada. Que sus
abuelos a quienes recuerda con gran cariño, don Norberto Flores y Pilar Murillos
de Flores así como Teresa Espinoza Castro y Antonio Cosío fueron de las
primeras familias fundadoras del barrio el manglito, además de María y
Tranquilino Álbañez, los Jordanes, don Luis Matus, y Guillerma Cosío, Carballo,
Velis, después llegaron los Abaroa, y fundaron el varadero, luego los Martínez,
los Méndez y así se fue poblando el manglito de pura gente dedicada al mar.
Continua diciendo doña Estercita que tuvo la fortuna de
contraer matrimonio con don José Isabel Abaroa Verdugo a quien amó profundamente
y venera su recuerdo. Su unión la bendijo Dios con cinco Hijos: Guadalupe de 85
años; Enrique, 81; José Isabel, 76; Marianita, 70; y Francisco de 58 años
quienes le dieron la dicha de 25 nietos, 62 bisnietos y 27 tataranietos así
como nueras y yernos. Que le da gracias a Dios y a San Antonio que le ha
permitido ver y disfrutar hasta su cuarta generación. Platicar con doña
Estercita fue una experiencia muy agradable e ilustrativa. Daba gusto verla en
el porche sentada en la rechinadora poltrona a la hora del café rodeada de toda
su familia, saboreando un exquisito café de grano colado en talega de manta,
acompañado de conchitas, de anécdotas y del diario acontecer. Allí todavía
conservan la antigua costumbre de esperar el aire fresco del Coromuel en
reunión familiar. Y con el rostro sonreído como las margaritas continuó
recordando. Con orgullo dijo que su mamá
doña Felipa Cosío, fue una admirable y valiente mujer de pelo en pecho que en
tiempos de la Revolución de los Orteguistas, ella ayudó a la causa, sorteando
las balas entre los indígenas de cabeza envuelta con un yagual que trajo
Cornejo en contra del General Felix Ortega.
Transportaba en la Canoa de vela hacía el mogote algunos
hombres orteguistas entre los que recuerda a Modesto Márquez y su hijo Manuel,
y les dijo “váyanse recio, pasan por Rodríguez, de allí a Ensenada y luego a
Estados Unidos”. Después se enteró que llegaron bien a su destino, pero luego
nunca volvió a saber de ellos. También amaba y admiraba a su padre don Salomé
Flores quien fue un célebre capitán, quien guiado por las estrellas y la
brújula tripulaba la mayoría de los barcos del ayer que unían el macizo
continental con esta península llevando y trayendo las mercancías tan
necesarias para la supervivencia de los habitantes del pasado, quienes hicieron
posible, con el bregar diario al crecimiento y desarrollo de este bello jirón
de la patria. Muy contenta doña Estercita ordenó a su hija Marianita que le
alcanzara la “Santa Cruz”, y mostrándola con veneración la que está artísticamente
arreglada, dijo que esta cruz fue de su tatarabuela, luego de su bisabuela, y
también de su abuela y de su madre, y ahora es de ella, y luego será de sus
hijos quienes continuarán con la tradición de festejarla el 3 de mayo, día de
la Santa Cruz, tiene más de cien años, dijo y siempre se le festeja en su día,
respetando la costumbre de sus antepasados.
Las sombras de la noche fueron cayendo...y en aquella
habitación todo estaba en penumbras y doña Estercita terminó dándome nombres y
datos de los primeros fundadores del barrio el Manglito, entre otras muchas
cosas. Sus hijos y demás familiares le dan gracias a Dios porque les ha
permitido disfrutar de la grata compañía de su muy amada madrecita por más de
un siglo que con esa lucidez que tiene les enseña un panorama de la vida de La
Paz de ayer, y le piden a Dios que se las siga conservando por muchos años más.
Por el placer de escribir…Recordar…Y
compartir…
*Esta crónica fue publicada
hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el
programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
Gracias Manuelita por escribir y publicar tan hermosa historia de labios de mi amada Tía Esther, hermana de Mi Padre el también Capitán de Barco Don Salomé Flores Cosio su Esposa Mi Madre Doña María Del Carmen Zendejas de Flores y mis 7 hermanos conmigo 8 Bendito sea Dios Nuestro Señor, Mi Abuelito Capitán de Barco Don Salomé Flores Félix y Mi Abuelita Doña Felipa Cosio de Flores.
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