LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“MI ABUELA, Y EL
GUACO...YERBA MEDICINAL QUE SE EXTINGUE”.
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EL GUACO CURA EL DENGUE: EN UN
LITRO DE AGUA PONGA A COCER UN PUÑO DE GUACO, UN PUÑO DE RAIZ DE CHOYA Y UN
PUÑO DE CILANTRO DE BOLA....SE TOMA UNA TAZA TRES VECES AL DIA, HASTA QUE SANE.
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CON REPOSO Y BUENA
ALIMENTACION, SIN GRASAS NI PICANTES, ES PRONTA LA RECUPERACION.
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PONENCIA PRESENTADA EN LA
SEPTIMA JORNADA DE LITERATURA REGIONAL EN LA UABCS.
Antiguamente,
cuando la gente acostumbraba curarse las pocas enfermedades que había aquí en
La Paz, con hierbas medicinales...el Guaco, era y es utilizado para ponzoña de
animal venenoso, dolores de reumas o huesos, hongos en los pies, el trancazo, o
el abrazo chino...el dengue no se conocía, pero debió ser el trancazo o el
abrazo chino ya mencionado porque los síntomas eran parecidos...también el
guaco era parte de la receta para curar la rabia, entre otras enfermedades. Por
falta de conocimiento de la utilidad de esta maravillosa planta, ¡cuántas
plantas medicinales se han depredado con la invasión de tierras y
arroyos!...!había tanto guaco por el arroyo del palo, rumbo al mar y por las
orillas de las playas de blancas arenas! Viene a mi mente como si lo estuviera
viviendo aquella calurosa mañana cuando vivíamos en la casa de piedra en el
barrio de El choya, precisamente frente a la escuela del mismo nombre.
Eran los añorados tiempos
aquellos...fue a finales de la década de los
cuarenta....me encontraba acompañada de mi perro, El pachuco, muy
entretenida...mirábamos cómo jalaban los mayores el agua del pozo con una cigüeña...cuando
de repente mi adorada e inolvidable abuelita llegó muy apresurada ataviada de
sus acostumbrados ropajes largos y su sombrero tejido de cogoyo de palma,
atascado hasta las orejas, con su canasta bajo el brazo, y dentro de la misma
un cuchillo, y me dijo: “ándele mija, póngase los huaraches y tráigase al perro
porque nos vamos al monte a buscar unas yerbas medicinales que necesito, para
que se cure su Tío Lao, porque amaneció enfermo”. El pachuco al escuchar
aquello, se puso tan contento que hasta se paraba en las patas traseras
moviendo la colita...y continuó diciendo mi nanita “No vamos a ir rumbo a la
vaquilla porque para allá hay muchas ciruelas y pitahayas en esta época y nada
más nos entretendríamos y una planta que necesito no la hay por ese rumbo que es
el Guaco y la higuerilla...creo que solamente se da en los arroyos en tierra
salitrosa y frente al mar...mejor nos vamos a ir para el barrio de El Manglito,
rumbo a la playa”.
“... ¿Y para donde es eso abuelita?- Es
un barrio de leyendas, barrio de aguerridos hombres, pescadores por tradición,
es la primera vez que vamos para ese rumbo”... ¡que día tan maravilloso fue
aquél!...era la primera vez que conocía las playas del barrio El manglito...la
marea estaba alta...inundado de pangas con sus velas y de pelícanos...tijeretas
y gaviotas se reflejaban en las cristalinas aguas, saltaban los
pejegallos...había tantos!...el kiosco sobre el malecón se miraba muy bonito
sin escalera...las aguas eran tan cristalinas que se miraban los cardúmenes de
infinidad de pececitos multicolores con los reflejos del sol en el
mar...grandes jaibas y cangrejos corrían por la arena, y por las orillas había
muchas palmeras...pero al pasar por el muelle fiscal, mis ojos brillaron de
júbilo ante el espectáculo que se miraba, como era la costumbre, había un gran
embarque de ganado...centenares de vacas estaban metidas en el mar...esperando
turno porque las estaban embarcado agarrándolas con el wincher de los cuernos,
y se miraban muy bonitas enganchadas, colgadas de la grúa del barco... ¡había
mucho ganado en La Paz! y de la mejor calidad, si hasta lo exportaban!.
¡ Que bonito se miraba el malecón con
sus palmeras susurrantes y toda la bahía...este es el muellecito de madera ,
dijo mi abuelita, cuando llegamos por la bajadita de la bravo, y continuó
diciendo...cuentan que aquí atracan los pangos cargados de cuero, cascalote y
otros productos...el perro iba recontento y se aventó al agua pasando por
debajo del muellecito hasta el otro lado...este es el parquecito Cuauhtémoc, y
aquel es el Hotel Los Arcos; antes vivía allí Don Salomón Flores y había un
venero de agua dulce y la gente decía “vamos al agua al chorrito con Don
Salomón Flores” y se abastecían de agua
potable...también decían los mayores que en ese chorrito tomó agua Hernán
Cortés y su gente aquel 3 de mayo de 1535...yo estaba fascinada escuchando a la
abuela todo aquello... “no se entretenga juntando caracoles porque se nos hace
tarde y su tío necesita la medicina...después la traigo y hasta se puede meter
a bañar si usted quiere”... dijo mi abuelita...Nanita ¿y que enfermedad tiene
mi tío Lao?
Le duele mucho la cabeza, que parece
que le va a reventar...también le duelen los huesos y tiene mucha temblorina
por la calentura... ¿y que ramas vamos a buscar abuelita?...una que se llama
guaco, su rama es verde, suave y por su flor amarilla siempre merodean las
mariposas negras, es buena para curar la ponzoña como piquete de bitaches,
alacrán, hormigas coloradas, uvar, zancudos, y tarántulas entre otros animales;
también sirve para las reumas y dolor de hueso cociéndola con raíz de choya y
bolas de cilantro. Y eso es lo que necesita tu tío ahorita.
Pasamos por con El tanayo, ¡cuantas
embarcaciones con su velamen se mecían en la bahía frente a su casa y los
grandes álamos que tumbó el ciclón del 59 nomás le plateaban las hojas con el
sol!...pasamos por el otro estero con el agua
arriba de las rodillas, y nos fuimos metiendo por entre los palmares del
Bucanero, los de Abaroa, y el Manglito por donde estaba la palma doblada sobre
el mar... ¡que hermosura! La marea estaba alta y el agua como un espejo. Al fin
llegamos a la mojonera y de ahí se divisaba donde nomás blanqueaban y brillaban
con el sol las arenas bordadas de matas de camotes, tripas de aura, de hielo,
además de chamizales, así como de infinidad de amorcitos de muchos colores y
por las orillas de los montes y los arroyos, amarillaba la flor de las matas de
guaco. “aquí desemboca el arroyo del palo”, dijo mi nanita fijando su vista
rumbo al cerro, ¡ cuantas plantas medicinales debe haber por este arroyo y que
la gente desconoce!, no cabe duda que Dios padre al hacer la creación y poner
al hombre en la tierra nos dio todo...libertad, alimento, vestido y medicina,
entre tantas otras cosas...allá diviso matas de juncos, palos verdes, palo
adán, levántate San Juan, vinoramas, malvas, toloaches, higuerillas, choyas ¡y
cuanto guaco y romerillo así como yerba
del pasmo! hay en este arroyo...luego vamos a venir con más calma para conocer
todo esto, dijo muy encantada mi abuela.
Oiga nanita, ¿qué es ese galerón y que hacen esos señores
en esas mesas?, - es la canería y esos señores están examinando la ley del
hígado de tiburón, vienen a avionetas acuáticas y se lo llevan para otras
partes, así como la langosta porque lo venden en el extranjero. Nomás me quedé
pensando llamando mi atención los ladridos del perro que correteaba unos burros
que habían escarbado en las orillas del gran estero, a poca distancia y de
donde habían sacado agua dulce, la que bebía. Luego, a mi abuelita nomás le
brillaban como ascuas sus verdes ojos bajo el sombrero, cuando cortaba el guaco, las raíces de choya
y las hojas de higuerilla. “fíjate bien muchacha”, dijo ella, “esta planta de higuerilla,
su hoja es muy buena para el dolor de cabeza y sacar la calentura, pero su
semilla es muy venenosa, no debe de comerse, eso es lo que han enseñado los
mayores y yo nunca la utilizo, ni los animales la comen, porque también ellos
saben que es dañina”. Nanita, y ¿quién le enseñó a usted para que sirven las
matas? Es conocimiento que se aprende de los mayores generación tras generación
y que no está escrito en los libros...a mis escasos años yo no comprendía que
quería decir eso, ni el pachuco tampoco, nada más la escuchábamos. Mi abuela
terminó de llenar su canasta de aquellas plantas, y aun bajo el brazo traía un
tercio de ramas y con la promesa de volver con más tiempo, al fin llegamos a
nuestro hogar.
Mi Tío Lao
brincaba en la cama como pollo, de tanta calentura que tenía...y luego luego,
en la encalada hornilla de lumbreantes tizones el jarro de barro donde cocía mi
sabia abuela sus remedios, empezó a humear y a soltar aquellos olores que
inundaban la casa con el preparado de ella. coció un puño de huaco, le puso la
raíz de choya, unas hojas de yerbas del manso y un puño de bolas de cilantro,
por diez minutos, y le dio aquel preparado a mi tío Lao diciéndole “este té
levanta hasta a un muerto, te lo vas a tomar tres veces al día por tres días y
quedará como nuevo”...luego, mi nanita le embarro manteca alcanforada a las
hojas de higuerilla previamente calentadas y le envolvió la cabeza con ellas,
amarrándoselas con un paño colorado, y también le puso en la barriga y le dijo
“con esto se te va a quitar el dolor de cabeza y vas a sudar la
calentura”....se miraba tan chistoso mi tío con esas ramas en la cabeza; pero a
los tres días éste ya estaba curado y hasta andaba tarareando la canción de las
isabeles.
Desde entonces, siempre había en la
repisa de mi casa una botella llena de alcohol retacada de hojas de guaco
fermentándose, y con un algodoncito nos aplicaban en los piquetes de alacrán y
de otros animales y también se frotaban
el cuerpo para las dolencias de los huesos. Es una lástima que el guaco entre
otras tantas plantas medicinales de nuestra región ya se estén extinguiendo.
Tal vez esta planta sea útil para otras enfermedades. La poca planta de guaco
que aun queda debería de conservarse y cuidarse o quizás entre las gentes más
entendidas en la materia así como autoridades pudiera formarse un comité de
protección de estas especies medicinales con que contamos, porque al acabar con ellas, acabamos con
nuestra salud y la vida misma.
...El
guaco, cura el dengue, cocido por cinco minutos, con raíz de choya y bolas de
cilantro...se toma una taza de té tres veces al día por una semana...bellos
recuerdos.
…Por
el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico
sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT
radio La Paz*
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