viernes, 29 de diciembre de 2017

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“DON JOSE BRISEÑO...EL MARCHANTE EN LA PAZ...UN HOMBRE DE LEYENDA”.


  • TODA SU VIDA FUE UN PEREGRINO
  • LLEGO A LA PAZ EN 1901
  • FUE EL PRIMER MARCHANTE EN LA PAZ, QUE CON SU PALANCA AL HOMBRO Y DOS GRANDES CANASTAS COLGANTES TEJIDAS DE COGOYO DE PALMA ATASCADA DE FRUTAS Y VERDURAS DE LA REGION, TOCABA DE PUERTA EN PUERTA OFRECIENDO SUS PRODUCTOS A PRECIOS DE REGALO
  • FUE UN PATRIOTA REVOLUCIONARIO, PELEO CON MUCHO FERVOR EN DEFENSA DE LA PATRIA, HOMBRO CON HOMBRO AL LADO DE CARRANZA, ZAPATA, VILLA Y ALVARO OBREGON.
  • NACIO EN SAN JERONIMO COLIMA EN 1857...AÑO DE LAS LEYES DE REFORMA, POR EL BENEMERITO DE LAS AMERICAS LIC. DON BENITO JUAREZ GARCIA.
  • MURIO EN LA PAZ EL PRIMERO DE JULIO DE 1980 A LOS 123 AÑOS.
  • DOMINABA LA CIENCIA DE LA AGRICULTURA Y TODOS LOS OFICIOS DE SU EPOCA, NO SABIA LEER NI ESCRIBIR, PERO ERA UN PITAGORAS PARA LAS MATEMATICAS.
  • DOÑA ANDREA SILVA, SU ESPOSA DE 96 AÑOS DE EDAD, CON ORGULLO CUENTA LA VIDA DE DON JOSE BRISEÑO.


Recordar al marchante es  muy hermoso...eran los tiempos aquellos de La Paz de antaño... ¡Abuelita, abuelita, allá viene el marchante! Gritábamos llenos de gozo al escuchar el alegre pregón de aquel personaje tan singular en La Paz, el marchante... ¡El marchante...el marchante! Y a lo lejos se divisaba aquel hombre que hacía la alegría de los niños y de las amas de casa de aquella Paz de los molinos de viento....entre las polvorientas callecitas de La Paz, con su palanca al hombro y dos enormes canastones colgantes tejidos de cogollo de palma, repletos de frutas y verduras de la región, se divisaba el marchante...al rítmico vaivén de la palanca, los presurosos pasos se escuchaban en la arena donde iban quedando plasmados sus pies calzados con huaraches de suela de vaqueta, de aquellos, de tres agujeros con correa de cuero crudo....vestía pulcramente pantalón de mezclilla y camisa de manta blanca, con su paliacate rojo amarrado al cuello....y bajo el sombrero de alta copa y ala ancha tejido de palma, se miraba su noble faz y sus grandes ojos reflejaban bondad y plenitud. Se notaba que era un hombre muy feliz con el desempeño de su noble y digno trabajo.

      Que felicidad sentíamos mi abuela, mis hermanos y yo, y hasta el perro, el pachuco, cuando el marchante posaba las enormes canastas atascadas de granadas, guayabas, pescuezonas de aquella de corazón rosa, limas chichonas, naranja lima, guamúchiles pasaditos, tamarindos, guajilotes, guanábanas, chicozapote, y zapotes, melones, mangos, dátiles, etc.; eso era una canasta y en la otra, la traía llena de todas verduras y hasta alfalfa, y mi abuelita iba poniendo en una batea lo que le íbamos señalando a placer, y ella gozosa, se sacaba el nudito del seno y pagaba con aquellas monedas de plata 0.720, que tintineaban en la bolsa del marchante los centavos y desde luego el pachuco también disfrutaban aquellos momentos de compra con el marchante y luego, éste continuaba su camino con su alegre pregón, ¡El marchante el marchante!...que bellos recuerdos de mi feliz infancia.

      En aquellos años, dice Doña Andrea, en que gobernaba el país el licenciado Don Benito Juárez García. Recién promulgada la Constitución de 1857, el 19 de marzo de ese mismo año, nació Don José Briseño en San Jerónimo, Colima. Siete añitos tenía José cuando quedó huérfano de padre y madre, apegado a las costumbres antiguas, lo crio su padrino un capitán de barco, quien lo llevó a conocer el canal de Panamá. A su lado vivió y creció en Manzanillo, aprendiendo lo mejor de él. José Briseño desde muy joven trabajó en los barcos de la época, empezando desde lavaplatos hasta ocupar altos cargos. Sintió mucho la muerte de Don Benito Juárez acaecida en 1872, el 18 de Julio concretamente. Capitaneaba barcos guiados por las brújulas y las estrellas; entre otros los cañoneros de guerra, El Tampico y El guerrero, y así anduvo embarcado hasta los 65 años y cuando se quedaba en tierra se dedicaba a la siembra, ciencia que dominaba a la perfección ya que lograba muy buenas cosechas. No sabía leer ni escribir, pero era un Pitágoras para las matemáticas. No tuvo más escuela que la vida, se aprendió de memoria las leyes de reforma y la agraria.

      En el año de 1901 llegó a este hermoso puerto de La Paz en uno de aquellos barcos mercantes que tripulaba, le gustó tanto La Paz que se quedó una buena temporada compró el paredón del francés, frente al malecón en cinco pesos oro, el que antes se llamó camino real hasta el zacatal. Trabajó en las armadas perleras con Eduardo Labastida quien además tenía una fábrica de botones los que hacían de la concha madre perla nácar y la enviaban a los Estados Unidos; cuando acabó la madre perla, Don José Briseño trabajó de maquinista en los Corrigans, y demás barcos que hicieron historia en la marina mercante de la época después de algunos años de radicar en La Paz Don José vendió el paredón del francés a unos zacatecanos y se marchó a pelear con gran fervor en defensa de la patria al lado de Don Francisco I. Madero y Pino Suarez y tantos mexicanos que ofrendaron su vida para darnos patria y libertad....eran tiempos del porfiriato, quien estaba sometido al poder y la adulación extranjera permitiendo que explotaran todas las riquezas de la nación y el indio mexicano le valía un soberano cacahuate....horrores que amenazan nuevamente a la nación.

      Cuando el cuartelazo, y los asesinatos del presidente Madero y Vicepresidente Pino Suarez asi como de Don Belisario Domínguez, efectuado por el usurpador y asesino Huerta y una bola de traidores a la patria, Don José Briseño vivió al igual que tantos mexicanos aquellos momentos de traición e indignado se encendió aún más en su corazón la flama ardiente del fervor patrio, y se lanzó a todas las batallas en defensa de la patria, hasta lograr la realización de la constitución de 1917, Nuestra carta magna, luchando al lado de grandes hombres, como Don Venustiano Carranza, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Álvaro Obregón, con quien estaba a su lado cuando le volaron el brazo, participó asimismo en muchos combates en defensa de la tierra y en la toma de Mazatlán con el general Flores. Después que se promulgó nuestra carta magna en 1917, Don José Briseño se dirigió en 1919 a Ciguatlán, donde radicó un tiempo; trabajó de garrotero en los ferrocarriles, y se dedicó a cazar cocodrilos, luego a la agricultura, la que era su pasión, entre otras siembras tenía un gran platanar y dos treguas de quince mulas cada una, las que cargaba de plátanos y se los llevaba a vender desde Ciguatlán hasta Manzanillo y Guadalajara.

      El peregrino, Don José Briseño fue un hombre cabal y muy trabajador...a los 66 años, ahí en Ciguatlán conoció a la señorita Andrea Silva quien tenía 15 años de edad y con quien se casó en 1923 y procrearon sies hijos, Bibiana, Emilia, Martha, Josefa, Manuela y José. Luego de un tiempo regresó nuevamente a este bello puerto de La Paz en 1929 y vivieron en el palmar del manglito...tenía su bote, la gaviota, y se dedicaba a la pesca del tiburón cuando estaba en su auge el comercio de hígado y la aleta. Como agricultor era un hombre ciencia para la siembra. El ilustre revolucionario y constituyente General Don Francisco J. Múgica, durante su gobierno en Baja california Sur le dio 10 hectáreas de tierra en Las Garzas las que regaba con motor y sembraba verduras de todas clases y las vendía en canastos colgantes en palancas por toda La Paz. Sus vecinos en Las Garzas fueron Don Estanislao Badajossa y Santos Pineda.

Do José Briseño fue el primer marchante en La Paz. Luego compró un carretón y entregaba sus productos en el antiguo mercado Madero, así como por las casas; también sembraba alfalfa, flores, sudam, maíz de pollo, sandías, melones, frijol, chícharos, etc, luego sembraban por el arroyo del palo e inalámbrica. Sembraban con toda ciencia en aquella época, lo que ahora está en experimentación, labraba la tierra con bestia y las surqueaba luego la abonaba con estiércol de vaca para mantener la planta sana sembraba con milpa ya fuera de tamarindos o guamúchiles para que la siembra protegiera la planta con humedad y usaba la cal para protegerla de la hormiga; metía en los surcos cinco semillitas de maíz y tres de calabaza, melones o sandías, a medio metro una dela otra y cuando la planta crecía le daba tierra para que eloteara bonito, y lo regaba cada tercer día por horas, de dos de la madrugada a 8 o 9 de la mañana; les ponía tapantes hondísimos y anchos para aprovechar mejor el riego y puertas para atajar los surcos. Levantaba muy buenas cosechas y toda su vida vendió lo bastante como para darle una vida digna a su familia. También le cuidaba los puercos al señor Magallanes por más de 23 años.

      ...Y cuando sus cansados pasos fueron ya lentos y las fuerzas se le iban agotando puso una tiendita miscelánea y ahí centaveaba todo el día, vendiendo y fiando las mercancías de la época, y a la memoria hacia las cuentas, y no se equivocaba siempre era muy exacto y justo y sabia cuanto le debía cada cliente. Don José Briseño, el marchante de La Paz fue un peregrino, fue un hombre a toda Ley, muy honrado y ejemplar esposo y padre de familia, terminó diciendo la encantadora muchacha antigua Doña Andra Silva de Briseño, añadiendo que le da gracias a Dios por el esposo que le dio y por el regalo maravilloso de seis hijos quienes le han dado 37 nietos, 68 bisnietos y 5 tataranietos. Que la diferencia de edades no fue obstáculos para ser tan feliz a su lado y disfrutarlo hasta la edad tan avanzada que Dios se lo prestó 123 años....

…y al grito de frutas y verduras aquel caminante…el marchante de La Paz, las mujeres del ayer salían batea en mano a surtirse de esos preciados productos cultivados por sus propias manos…

…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…




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