“MI ABUELA, Y EL
GUACO...YERBA MEDICINAL QUE SE EXTINGUE”.
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EL GUACO CURA EL DENGUE: EN UN
LITRO DE AGUA PONGA A COCER UN PUÑO DE GUACO, UN PUÑO DE RAIZ DE CHOYA Y UN
PUÑO DE CILANTRO DE BOLA....SE TOMA UNA TAZA TRES VECES AL DIA, HASTA QUE SANE.
·
CON REPOSO Y BUENA ALIMENTACION,
SIN GRASAS NI PICANTES, ES PRONTA LA RECUPERACION.
Antiguamente, cuando la gente acostumbraba curarse las
pocas enfermedades que había aquí en La Paz, con yerbas medicinales...el Guaco,
era y es utilizado para ponzoña de animal venenoso, dolores de reumas o huesos,
hongos en los pies, el trancazo, o el abrazo chino...el dengue se conocía desde
tiempo atrás porque en un informe del general J. Mujica por la década de los 50
menciona el control del dengue…También el guaco era parte de la receta para
curar la rabia, entre otras enfermedades. Por falta de conocimiento de la utilidad
de esta maravillosa planta, ¡Cuántas plantas medicinales se han depredado con
la invasión de tierras y arroyos!... ¡Había tanto guaco por el arroyo del palo,
rumbo al mar y por las orillas de las playas de níveas arenas!. Viene a mi
mente como si lo estuviera viviendo aquella calurosa mañana cuando vivíamos en
la casa de piedra en el barrio de El choyal, precisamente frente a la escuela
del mismo nombre.
Eran los añorados tiempos aquellos...fue a principios de
la década de los cincuenta.... Me
encontraba acompañada de mi perro, El pachuco, muy entretenida...mirábamos cómo
jalaban los mayores el agua del pozo con una cigüeña...cuando de repente mi
adorada e inolvidable abuelita llegó muy apresurada ataviada de sus
acostumbrados ropajes largos y su sombrero tejido de cogollo de palma, atascado
hasta las orejas, con su canasta bajo el brazo, y dentro de la misma un cuchillo,
y me dijo: “ándele mija, póngase los huaraches y tráigase al perro porque nos
vamos al monte a buscar unas yerbas medicinales que necesito, para que se cure
su Tío Lao, porque amaneció enfermo”. El pachuco al escuchar aquello, se puso
tan contento que hasta se paraba en las patas traseras moviendo la colita...y
continuó diciendo mi nanita “No vamos a ir rumbo a la vaquilla porque para allá
hay muchas ciruelas y pitahayas en esta época y nada más nos entretendríamos y
una planta que necesito no la hay por ese rumbo que es el Guaco y la higuerilla...
Creo que solamente se da en los arroyos en tierra salitrosa y frente al mar...
Mejor nos vamos a ir para el barrio de El Manglito, rumbo a la playa”.
“... ¿Y para donde es eso abuelita?.- Es un barrio de
leyendas, barrio de aguerridos hombres, pescadores por tradición, es la primera
vez que vamos para ese rumbo”... ¡que día tan maravilloso fue aquél!...era la
primera vez que conocía las playas del barrio El manglito... La marea estaba
alta...inundado de pangas con sus velas y de pelícanos...tijeretas y gaviotas
se reflejaban en las cristalinas aguas, saltaban los pejegallos...había
tantos!...el kiosco sobre el malecón se miraba muy bonito sin escalera...las
aguas eran tan cristalinas que se miraban los cardúmenes de infinidad de pececitos
multicolores con los reflejos del sol en el mar...grandes jaibas y cangrejos
corrían por la arena, y por las orillas había muchas palmeras...pero al pasar
por el muelle fiscal, mis ojos brillaron de júbilo ante el espectáculo que se
miraba, como era la costumbre, había un gran embarque de ganado...centenares de
vacas estaban metidas en el mar...esperando turno porque las estaban embarcado
agarrándolas con el wincher de los cuernos, y se miraban muy chistosas
pataleando al aire enganchadas, colgadas de la grúa del barco... ¡había mucho
ganado en La Paz! y de la mejor calidad, si hasta lo exportaban!.
¡ Que bonito se miraba el malecón con sus palmeras
susurrantes y toda la bahía...este es el muellecito de madera , dijo mi abuelita,
cuando llegamos por la bajadita de la bravo, y continuó diciendo...cuentan que
aquí atracan los pangos cargados de cuero, cascalote y otros productos...el
perro iba recontento y se aventó al agua pasando por debajo del muellecito
hasta el otro lado...este es el parquecito Cuauhtémoc, ¡Y tenga cuidado
muchacha con el estero que está muy hondo ahorita, arremánguese el vestido
hasta arriba para que se moje lo menos posible!.. Antes vivía allí, donde es
ahora el hotel los arcos, Don Salomón Flores y había un venero de agua dulce y
la gente decía “vamos al agua al chorrito con Don Salomón Flores” y se abastecían de agua potable...también
decían los mayores que en ese chorrito tomó agua Hernán Cortés y su gente aquel
3 de mayo de 1535...yo estaba fascinada escuchando a la abuela todo aquello...
“no se entretenga juntando caracoles porque se nos hace tarde y su tío necesita
la medicina...después la traigo y hasta se puede meter a bañar si usted
quiere”... dijo mi abuelita, mientras el perro correteaba sorprendido las
jaibas y los cangrejos alrededor del estero porque tampoco el las conocía...Nanita
¿y que enfermedad tiene mi tío Lao?.
Le duele mucho la cabeza, que parece que le va a
reventar...también le duelen los huesos y tiene mucha temblorina por la calentura...
¿y que ramas vamos a buscar abuelita?...una que se llama guaco, su rama es
verde suave, y por su flor amarilla siempre merodean las mariposas negras, es
buena para curar la ponzoña como piquete de bitaches, alacrán, hormigas
coloradas, uvar, zancudos, y tarántulas entre otros animales; también sirve
para las reumas y dolor de hueso cociéndola con raíz de choya y bolas de
cilantro. Y eso es lo que necesita tu tío ahorita.
Pasamos por con El Tanayo, ¡cuantas embarcaciones con su
velamen se mecían en la bahía frente a su casa y los grandes álamos que tumbó
el ciclón del 59 nomás le plateaban las hojas con el sol!...pasamos por el otro
estero con el agua arriba de las
rodillas, y nos fuimos metiendo por entre los palmares del Bucanero, los de
Abaroa, y el Manglito por donde estaba la palma doblada sobre el mar... ¡que
hermosura! La marea estaba alta y el agua como un espejo. Al fin llegamos a la
mojonera y de ahí se divisaba donde nomás blanqueaban y brillaban con el sol
las arenas bordadas de matas de camotes, tripas de aura, de hielo, además de
chamizales, así como de infinidad de amorcitos de muchos colores y por las
orillas de los montes y los arroyos, amarillaba la flor de las matas de guaco.
“aquí desemboca el arroyo del palo”, dijo mi nanita fijando su vista rumbo al
cerro, ¡ cuantas plantas medicinales debe haber por este arroyo y que la gente
desconoce!, no cabe duda que Dios padre al hacer la creación y poner al hombre
en la tierra nos dio todo...libertad, alimento, vestido y medicina, entre tantas
otras cosas...allá diviso matas de juncos, palos verdes, palo adán, levántate
San Juan, vinoramas, malvas, toloaches, higuerillas, choyas ¡y cuanto guaco
y romerillo así como yerba del pasmo hay
en este arroyo!...luego vamos a venir con más calma para conocer todo esto,
dijo muy encantada mi abuela.
Oiga nanita, que es ese galerón y que hacen esos señores
en esas mesas?, - es la canería y esos señores están examinando la ley del
hígado de tiburón, vienen en avionetas acuáticas y se lo llevan para otras
partes, así como la langosta porque los venden en el extranjero. Nomás me quedé
pensando llamando mi atención los ladridos del perro que correteaba unos burros
que habían escarbado en las orillas del gran estero, a poca distancia y de
donde habían sacado agua dulce, la que bebían. Luego, a mi abuelita nomás le
brillaban como ascuas sus verdes ojos bajo el sombrero, cuando cortaba el guaco a placer, las raíces
de choya y las hojas de higuerilla. “fíjate bien muchacha”, dijo ella, “ésta
planta de higuerilla, su hoja es muy buena para el dolor de cabeza y sacar la
calentura, pero su semilla es muy venenosa, no debe de comerse, eso es lo que
han enseñado los mayores y yo nunca la utilizo, ni los animales la comen,
porque también ellos saben que es dañina”. Nanita, y quien le enseñó a usted
para que sirven las matas?. Es conocimiento que se aprende de los mayores
generación tras generación y que no está escrito en los libros, pero ahora los
estoy escribiendo en tu mente para que lo aprendas como a mí me lo enseñaron… a
mis escasos años yo no comprendía que quería decir eso, ni el pachuco tampoco,
nada más la escuchábamos. Mi abuela terminó de llenar su canasta de aquellas
plantas, y aun bajo el brazo traía un tercio de ramas y con la promesa de
volver con más tiempo, al fin llegamos a nuestro hogar.
Mi Tío Lao brincaba en la
cama como pollo, de tanta calentura que tenía...y luego luego, en la encalada
hornilla de lumbreantes tizones el jarro de barro de los remedios donde cocía mi sabia abuela sus remedios, empezó
a humear y a soltar aquellos olores que inundaban la casa con el preparado de
ella. coció un puño de guaco, le puso la raíz de choya, unas hojas de yerbas
del manso y un puño de bolas de cilantro, por diez minutos, y lo dejo reposar
otros diez minutos, “para que suelte las propiedades medicinales, dijo ella”, y
le dio aquel preparado a mi tío Lao diciéndole “este té levanta hasta a un
muerto, te lo vas a tomar tres veces al día por una semana y quedarás como
nuevo”...luego, mi nanita le embarro manteca alcanforada a las hojas de
higuerilla previamente calentadas y le envolvió la cabeza con ellas,
amarrándoselas con un paño colorado, y también le puso en la barriga y le dijo
“con esto se te va a quitar el dolor de cabeza y vas a sudar la calentura, y se
te desinflamará la barriga”....se miraba tan chistoso mi tío con esas ramas en
la cabeza; pero a los tres días éste ya estaba curado y hasta andaba tarareando
la canción de las Isabeles.
Desde entonces, siempre había en la repisa de mi casa una
botella llena de alcohol retacada de hojas y flores de guaco fermentándose, y
con un algodoncito nos aplicaban en los piquetes de alacrán y de otros animales
y también se frotaban el cuerpo para las dolencias de los huesos. Es una
lástima que el guaco entre otras tantas plantas medicinales de nuestra región
ya se estén extinguiendo. Tal vez esta planta sea útil para otras enfermedades.
La poca planta de guaco que aun queda debería de conservarse y cuidarse o
quizás entre las gentes más entendidas en la materia así como autoridades
pudiera formarse un comité de protección de estas especies medicinales con que
contamos, porque al acabar con ellas,
acabamos con nuestra salud y la vida misma.
...El guaco, cura el dengue,
cocido por diez minutos, con raíz de choya y bolas de cilantro...se toma una
taza de té tres veces al día por una semana...bellos recuerdos…
…Y por aquellos arroyos, mi
sabia abuela en compañía de la niña y el perro, con su canasta bajo el brazo
cortaba las ramas medicinales de estas prodigas tierras…
“…Por el placer de
Escribir… Recordar y Compartir…”
Gracias por compartir esos bellos recuerdos....tengo 29 años y su relato me viajo en el tiempo....Gracias....
ResponderBorrarGracias por compartir esos bellos recuerdos....tengo 29 años y su relato me viajo en el tiempo....Gracias....
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