LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA
LIZARRAGA ALCARZ.
“AL TAÑER DE LAS
CAMPANAS DE LA MISION DE SAN FRANCISCO JAVIER...LOS PRIMEROS CALIFORNIOS ACUDIAN
A MISA”.
EL ATLANTE Y APÓSTOL PADRE JUAN DE UGARTE VARGAS, LLEGÓ A LA
CALIFORNIA EL 19 DE ABRIL DE 1701
El padre José María Pícolo fue su fundador...el apóstol Juan
de Ugarte, fue el maestro, constructor y el impulsor de la educación,
agricultura, comunicaciones y muchas otras cosas de beneficio común en los primeros
habitantes de la península...el padre Miguel del Barco, fue el constructor de
la actual misión de San Francisco Javier.
Por más de tres
siglos, el sitio más venerado por los antiguos californios, y generaciones
posteriores hasta nuestros días, lo es sin duda alguna la misión de San
Francisco Javier. Hermosa obra arquitectónica de estilo barroco reconstruida de
piedra cantera sacada de los arroyos de Santo Domingo, por el Padre jesuita español
Miguel del Barco, a mediados del siglo XVIII, por amenazar ruina la misión
anterior, inicio la obra en el año de 1744 terminándola de construir en abril
de 1758. El mérito de esta misión de San Francisco Javier, es del Padre Miguel
del Barco, quien estuvo viviendo en la península 30 años.
En los inicios de la
misión de San Francisco Javier, el padre José María Pícolo visitó VIGGE BIANDO
el 10 de marzo de 1699 acompañado solamente de algunos naturales. Le pareció
aquel lugar a propósito para plantar una misión, porque los Californios tenían
buena disposición para abrazar el cristianismo, y porque en el Valle próximo
había tierras de cultivo y de buenos pastizales para mantener ganado. La
dificultad del pedregoso camino fue allanada por los cochimies y soldados que
empezaron a desmontar el camino, y para junio de ese mismo año, ya había una
senda para transitar a caballo de Loreto a San Francisco Javier. En octubre del
año que se menciona, se trasladó el padre Pícolo a San Francisco Javier con algunos
Californios y soldados a construir una capillita de adobe y ramas, y algunas
casas para el misionero y soldados. Este fue el origen de la Misión de San
Francisco Javier, cuya capillita fue dedicada el primero de noviembre de 1699
por el Padre Juan María de Salvatierra en un acto de devoción y solemnidad.
Esta misión estaba construida a las orillas de la cabeza del
arroyo de Santo Domingo, en un paraje rodeado de manantiales conocido por los
indígenas como “VIGGE BIANDO”. Cuando una misión era fundada, se escogía un
lugar con tierra fértil para producir granos y frutos, como maíz, trigo,
olivos, vid, mangos, naranjos, palmas datileras, etc. También se procuraba que
hubiera pastos suficientes para la cría de ganado vacuno y caballar. Poco
tiempo duró la misión, ya que, instigados por los Guamas o curanderos, hubo un
levantamiento de cochimies y quemaron la misión destruyéndolo todo, demostrando
así su inconformidad, resistiéndose de distintas maneras a los cambios que en
su modo de vivir procuraron introducir los misioneros. La misión fue abandonada
al año siguiente debido a las hostilidades de los indígenas. El padre Pícolo
estuvo en la península 31 años. Llego el 23 de noviembre de 1697. En la misión
de San Francisco Javier, entre tantas cosas maravillosas que se vieron, como
ejemplo; cuenta el padre Salvatierra en una carta dirigida al padre Juan de
Ugarte, “que hay un niño de cuatro años llamado Juan Caballero, quien con una
varita en la mano a imitación de los fiscales y maestros de la doctrina cristiana,
guiaba a los otros indígenas en la repetición de las oraciones que se les
enseñaba: si veía platicar alguno, les intimaba silencio poniéndoles el dedo en
la boca, acabada la doctrina, tomaba los rosarios y reliquias que llevaban
consigo los soldados, los besaba y se los ponía reverentemente sobre los ojos;
y no contento con hacer estas demostraciones, quería que también los otros las
hicieran, porfiando con ellos hasta que lo conseguía, lo cual enternecía a los
soldados hasta el grado de hacerlos llorar”.
El padre Juan de Ugarte, después de dejar el cargo de
procurador de las misiones, salió de la Nueva España el 3 de diciembre de 1700,
camino 400 leguas, hasta llegar a un puerto de Sinaloa, encontró un barco
pequeño y viejo y se embarcó en el para cruzar el golfo llegando a Loreto el 19
de abril de 1701. Ante el altar de la virgen de Loreto, el padre Juan María de
Salvatierra encargó al apóstol Ugarte edificar la nueva misión de San Francisco
Javier ya que la habían destruido los indígenas y porque el padre Pícolo tenía
que marchar a la Nueva España a arreglar negocios de la California. El
industrioso Juan de Ugarte acepto con gran gusto, y marchó a San Javier con un
grupo de soldados. En muchos días no asistía ningún natural. Tenían odio por
los soldados. Comprendiéndolo así el padre, retiró a los soldados y se puso en
manos de Dios quedando él solo entre aquellos antiguos californios tan
hostiles, pero que estaban en su derecho de defender sus tierras. Cuando en
oración se encontraba se acercó un muchacho con intención de espiar. El padre
Ugarte, al verle, le acarició y le ofreció regalos y le mandó que dijese a los
demás que ya no había soldados, que podían venir. Poco a poco, se fue
estableciendo nuevamente el ejercicio de la doctrina.
Fue tanto el amor del padre Ugarte por los indígenas que no
conforme con enseñarles el evangelio, se propuso civilizarlos enseñándoles
aquellas artes y costumbres y trabajos que requiere la vida social. Todas las
mañanas, después de oficiar la misa que el padre Ugarte celebraba y escuchaban
los cochimies , seguía el ejercicio de la doctrina, y concluido éste, les
distribuía el pozole a los que habían de trabajar y los llevaba a la fábrica de
la iglesia y a las casitas que estaban edificando, para El, y para los Californios o al campo a quitar
los matorrales y las piedras así como preparar el terreno para la siembra, o
hacer represas y zanjas para regar la tierra. El industrioso padre Juan de
Ugarte en las fábricas, la hacía no solo de arquitecto sino, de albañil, carpintero
y de todo, porque algunos indígenas no se acomedían al trabajo ni con regalos
ni halagos. El padre Ugarte les ponía el ejemplo para alentarlos, siendo él el
primero y el que más trabajaba. Con sus propias manos acarreaba y labraba las
piedras y la madera, pisaba el lodo para los adobes, escarbar la tierra y
ordenar los materiales. Él mismo llevaba a pacer el rebaño de ovejas que tenía
la misión. Él se ocupaba de todos los oficios. Ya se le veía con el hacha en la
mano quitando los matorrales, ya con el pico rompiendo las piedras, ya con la
coa labrando la tierra, lo que solía hacer descalzo de pie y pierna.
Al padre Ugarte, Dios lo doto de una fuerza extraordinaria.
Además de su inteligencia y buen corazón, fue de los misioneros de más mérito
en la península. Desde un principio sufrió las hostilidades y burlas de los
indígenas, pero el padre con su gran amor, sabiduría y paciencia en el nombre
de Dios y se propuso levantar la misión, convivir y ayudar a los californios,
enseñándoles el evangelio y una nueva cultura. En aquella época, la península
estaba infestada de leones los que causaban estragos entre los indígenas,
quienes creían que, al matar un león, ellos morirían. Y por esa causa no los
mataban y había muchos leones. Una vez, andando el padre Ugarte por el monte,
venia un León a su paso, el padre rápido, bajó de su mula, tomó entre sus manos
unas piedras y fue al encuentro del animal, con tan buena puntería que de un
peñascazo en la cabeza derribó al león, la mula cabestraba asustada, ya que el
padre Ugarte decidió llevar al león muerto sobre la bestia. Tuvo que
ingeniárselas para poder llevarlo a la misión.
.
El padre Ugarte, después de dar muerte al león en una
pedrada en la cabeza lo llevo a la misión.
Para que los
indígenas se convencieran que era falsa la creencia que tenían y le perdieran
el miedo. Había un árbol derribado en el camino y allí puso al león para que la
mula no lo viera, y montando en la mula, al pasar por donde estaba el árbol
agarró al león y lo subió en las ancas del animal.
Al llegar a la
misión, la sorpresa de los cochimies fue mayúscula al ver al padre con el león
muerto y que no le hubiera pasado nada. Este hecho y con su ejemplo de caridad
para con ellos, el padre se fue ganando el respeto de ellos. En otra ocasión,
cansado de que los indígenas se burlaran de él, y puesto que ellos respetaban
al más fuerte, entonces el padre tomó una decisión. Había entre ellos uno
grandulón y burlesco, cuando más se burlaba de él, el padre lo levantó en el
aire tomándolo de los cabellos teniéndolo suspendido por unos instantes,
asustándose los demás y desde entonces ya no se burlaron de él.
El padre Ugarte era
un hombre de probada bondad y de un gran temple. Tenía la fuerza de cuatro
hombres, enseñó a los californios además del evangelio, a labrar y cultivar la
tierra. Por medio de la construcción de canales de riego y estanques para
almacenar el agua, se cosechaban variados frutos. Maíz, frijol, trigo, vid,
olivos, datileras, frutos y algunas verduras. También les enseñó a desmontar
para hacer caminos. Trajo de otras partes del mar de california cría de ganado
mayor y menor, así como ovejas y les enseñó a trasquilarlas en su tiempo y a
cardar la lana. Y no conforme con eso les fabrico ruecas y telares de madera
para elaborar telas para cubrir sus desnudos cuerpos. Además, les trajo de la
Nueva España un maestro para que les enseñara a elaborar prendas de vestir. El
primer modisto o costurero en la península fue el señor Juan Antonio Moran, al
que el Padre Ugarte le pagaba 500 monedas de oro al año para que enseñara a los
indígenas este oficio. El señor Moran vivió muchos años en la península
enseñando el arte de la costura a las mujeres, hasta su muerte en su
ancianidad. Las mujeres Californias fueron las mejores fabricantes de prendas
de vestir, principalmente las medias de medio punto para los soldados, las que
eran de muy buena calidad y las damas españolas se las peleaban, según las
crónicas del padre Miguel del Barco y de Clavijero.
Al tañer de la
campana...en la misión de San Francisco Javier entre aquellas serranías
hermosas misas se hacían utilizando el excelente vino que se producía en la
misión...enmarcado con el coro musical compuesto por niños, jovencitos y
jovencitas indígenas, el padre Ugarte les enseñó música y tocaban
artísticamente los instrumentos musicales, elaborados por ellos mismos con
materiales de la región, dirigidos por el Padre Ugarte. Era una escuela de
artes la misión de Vigge Biando. Había hospital y dispensario médico, el mismo
padre Ugarte les enseñó a las mujeres grandes, artes manuales, para que a su
vez enseñaran a las niñas. Había mujeres que especialmente atendían a los niños
huérfanos. El industrioso padre Ugarte construyo un barco con madera de la
región, con la ayuda de un ebanista de rivera que trajo de la otra banda, al
que le dio por nombre “El triunfo de la Cruz”, fue el primer barco construido
en la península.
El padre Juan de
Ugarte, fue uno de los misioneros jesuitas más célebres de california...nació
en Tegucigalpa Honduras el 22 de Julio en 1662, sus padres fueron, el Señor
Juan de Ugarte, madrileño, propietario de minas, y de Ana María Vargas de
Ugarte. Fue amigo entrañable del padre
Kino y Salvatierra y murió en su misión de San Francisco Javier el 28 de
diciembre de 1730, siendo muy sentida su muerte, principalmente por la misión
de los antiguos Californios de San Francisco Javier.
Esta iglesia que
cautiva la fe de los peregrinos que durante tres siglos que con gran devoción
la visitan, está en la cabecera, sitio o pueblo que en un principio se llamó
San Pablo; pero que hacía muchos años se trasladó a ella la residencia
ordinaria del padre misionero, por haber faltado el agua permanente que al
principio de esta conquista se estableció esta misión, y solo ha quedado una
ranchería con nombre de San Javier Antiguo; pero como el patrono de la misión
es San Francisco Javier, habiéndose trasladado al paraje de San Pablo la
cabecera, se trasladó también el nombre de San Javier. De las 17 misiones
construidas en la península por los religiosos, la de San Francisco Javier es
la mejor conservada.
Los retablos de la
misión, fueron enviados desde la ciudad de México, en 32 cajas de maderas. Su
traslado se llevó a cabo en buques de vela ruta San Blas Loreto; luego, a trote
de mulas por aquellas pedregosas laderas de la sierra de la giganta. Cada año
los devotos peregrinos llegan de diferentes lugares del Estado, así como de la
República a dar gracias por los milagros concedidos. Desde una semana antes al
3 de diciembre la monotonía se rompe en San Francisco Javier, con la alegría de
los lugareños. Las banquetas de la única callecita del pueblo lucen barridas y
regaditas con sus puestos de fritangas y productos propios de la región para
venderles a los visitantes. Desde el día 2 de diciembre en la noche se inicia
la velación de San Francisco Javier, enmarcados con música ranchera, corridos
revolucionarios y carreras de caballos, así como melodías románticas arrancadas
a los instrumentos musicales de los conjuntos del pueblo. En ese ambiente adornado
el altar mayor de hermosos arreglos florales e iluminado a la tenue luz de las
velas se entonan cantos y rezos también conocidos como “los gozos de San
Francisco Javier”. A las doce de la noche se cantan las mañanitas, y se
continúan los gozos.
En ese inclemente
frío, la gente baila y canta para no sentirlo. A las 5 de la mañana del día 3
se inicia la primera misa, siguen bautizos y confirmaciones. A las doce del
día, hombres y mujeres del pueblo bajan al santo y lo colocan al pie de su
altar. Luego sigue la procesión por la única calle del pueblo. Después, se
coloca al santo en su lugar de origen entre rezos y cantos. Y por la noche,
continúan los rosarios. Al día siguiente, cuatro de diciembre, por la mañana se
celebra la misa de despedida a los peregrinos. Enmarcado con el aullar del
viento que mecen los centenarios olivos que planto el padre Juan de Ugarte con
la ayuda de los californios
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