LA PAZ QUE SE PERDIO
MANUELITA LIZARRAGA ALCÁRAZ
“ROSAURA ZAPATA
CANO... ESCRIBIO CON AMOR Y ESFUERZO LAS PAGINAS DE SU TRASCENDENTE E HISTORICA
EXISTENCIA”.
• FUE UNA MUJER INDISPENSABLE EN EL MOMENTO HISTÓRICO DE
MÉXICO QUE LE TOCÓ VIVIR Y HACER DEL SISTEMA DE JARDINES DE NIÑOS LOS CIMIENTOS
SOBRE LOS QUE DESCANSA LA EDUCACIÓN NACIONAL.
• NACIO EN LA CIUDAD DE LA PAZ BAJA CALIFORNA SUR EL 23 DE
NOVIEMBRE DE 1876, EN MADERO Y MORELOS.
• FALLECIO EL 23 DE JULIO DE 1963 EN LA CIUDAD DE MEXICO.
• FUNDO EN LA PAZ, EN 1928 EL PRIMER JARDIN DE NIÑOS,
CRISTOBAL COLON, EN INDEPENCIA E/ RAMIREZ Y GUILLERMO PRIETO.
• EN LA ACTUALIDAD UN JARDIN DE NIÑOS LLEVA SU NOMBRE
UBICADO EN 5 DE MAYO Y RAMIREZ.
• EL 23 DE NOVIEMBRE DE 1988 LOS RESTOS MORTALES DE LA
AMERITADA MAESTRA ZAPATA FUERON SEPULTADOS EN LA ROTONDA DE LOS
SUDCALIFORNIANOS ILUESTRES EN ESTA CIUDAD CAPITAL.
• CUANDO ESCRIBI ESTA CRONICA, HACE MAS DE 2 DECADAS, LA CASA EN MENSION ESTABA EN
ABANDONO, AHORA SE ENCUNTRA ALGO RESTAURADA AUN QUE ABANDONADA.
• ¡MUCHAS FELICIDADES HOY DIA DE LA EDUCADORA, A TODAS LAS EDUCADORAS DE SUDCALIFORNIA Y DEL
MUNDO ENTERO ¡
En completo abandono se encuentra la casa donde nació en
esta ciudad de La Paz en Fco. I. Madero esquina con Morelos, en el barrio del
esterito, un 23 de noviembre de 1876 la ilustre sudcaliforniana ameritada
maestra señorita Rosaura Zapata Cano; hija primogénita del matrimonio formado
por el capitán y Revolucionario Claudio Zapata y Elena Cano. El edificio en
mención demuestra la apatía y poco interés de las autoridades correspondientes
, por conservar los edificios históricos donde vivieron personas que se
entregaron y dieron tanto de si mismo en beneficios de los demás, sin pedir
nada a cambio; como lo fue la obra sin precedentes de la educadora Rosaura
Zapata que abrió la senda del saber en la educación preescolar instituyendo los
primeros jardines de niños a nivel nacional, e internacional haciendo surcos en
su largo peregrinar en la docencia de entrega absoluta a la niñez mexicana. A
opinión generalizada de varias madres de familia, dicen que hace varios años el
edificio está abandonado. Que deberían de hacer una biblioteca infantil, una
escuela de danza, o algo por el estilo enfocado a los niños de preescolar en
honor de quien fue la ilustre maestra Rosaura Zapata Cano.
Al pasar frente a la
ruinosa casa en Madero y Morelos donde vio la luz primera la que dejó a la
posteridad un vigoroso y noble ejemplo de laboriosidad, no resistí la tentación de acercarme, palpar
sus paredes y desvencijadas puertas y sentir el pasado, y al voltear al techo
me imagine la cuna de cacaxtle colgando de las vigas mecida por la amorosa
madre arrullada por graznar de gaviotas, el vaivén de las olas y el murmullo de
palmeras, y dentro de la cuna, la niña
Rosaura, sonriente, y en su tierna mirada el fulgor de la inteligencia que
iluminaría la senda por donde
transitaría la niñez mexicana, en aquel
ambiente familiar de álgidos tiempos revolucionarios en que don Claudio Zapata
lucho al lado del general Manuel Márquez de León y Clodomiro Cota, entre otros
patriotas sudcalifornianos en contra del régimen porfirista destacando en sus
luchas en Todos Santos y el Triunfo. En esas paredes de ladrillos elaborados
seguramente por los yaquis del Esterito y piso de tierra, entre tiros de
escopetas y chirriar de carretas, quedaron plasmadas los llantos y risas de las
tiernas travesuras de Rosaura, así como los sobresaltos, penas y alegría de
doña Elena cuando por las prolongadas ausencias de don Claudio motivado por la revolución
tenían que quedarse sola con la niña.
En aquel tiempo el mar reventaba sus olas entre las palmeras
y paredones, y esta pavimentada bajadita de la calle Morelos rumbo al mar fue
una veredita por donde seguramente la madre y la niña bajaban a la orilla del
mar, donde abundaban las ostras perleras e infinidad de peces que doña Elena
sacaba o adquiría de los pescadores para el alimento diario; mientras que la
niña recogía en las níveas arenas de la bahía de La Paz conchitas y caracoles y
jugaba rondas infantiles sin faltar desde luego el viejo pescador quien mientras
tejía la red, a la niña contaba cuentos y leyendas de piratas y tesoros
acrecentando la imaginación de Rosaura. Por los años de 1882. Seis años tenía
la niña cuando doña Elena tomó la acertada decisión de trasladarse a la ciudad
de México para reunirse con su esposo el que tuvo que salir de esta ciudad,
forzado por la situación política de la época y donde Rosaura cursó
brillantemente la educación primaria. Los años pasaron y las ilusiones
afloraron en el joven corazón de Rosaura...pero fue más firme su anhelo y
propósito por ser alguien y poder ofrecerles a sus padres una vida mejor; pero
la fatalidad enlutó su corazón con la muerte de su padre acaecida el año de
1893 cuando apenas ella tenía 17 años.
Con grandes dificultades económicas Rosaura ingreso a la
Escuela Normal Para Profesores, recibiéndose como Profesora de Educación
Primaria en 1898. Después de toda una trayectoria dentro del magisterio, en
1947 se le nombra directora general de Educación Preescolar y en 1948 se le
festejaron sus bodas de oro como profesionista, otorgándosele una condecoración
por sus cincuenta años de servicios en la educación nacional, donde conmovida
Rosaura Zapata expreso:
“La emoción más
grande después de cincuenta años de haber recibido el título de maestra, es ver
que los esfuerzos que dicta el corazón, son siempre coronados por el éxito”; y
agrego “ayer pusimos la semilla del jardín de niños; hoy es esta institución el
jardín de nuestra patria, que fructificara para el progreso y el bien de ella”.
La medalla de oro que recibió la maestra fue donada por todos los jardines de
niños de la República Mexicana. En 1952 Rosaura Zapata recibió la medalla
Ignacio Manuel Altamirano por cincuenta años de ejercicio docente, en 1954, año
en que se jubiló, el senado de la República le otorgo la medalla Belisario Domínguez
en reconocimiento a sus altos méritos educativos
Un día de Julio, maravillosamente soleado, lloraron los
niños de México, gotas claras como perlas finísimas - de dolor infinito, de
azoro increíble, de impensados desencantos -, surcaron las mejillas infantiles
con sorpresivo rocío mañanero que se diluyó en diminutos y límpidos arroyuelos.
Junto a la milpa
crecida y la mazorca dorada, un pequeñín triste elevó interrogante su carita,
hacia el infinito. Cabe la rústica cabaña, en alta serranía, otro imberbe abrió
la puerta de carrizos entrelazados y sintió el helado soplo de una rara
angustia. En el amplio valle, sobre el surco fecundo que alza el milagro de
verdes trigales, uno más se sintió solo y abandonado. Y en la arenosa costa
bajo un cálido cielo y frente al rumor cadencioso del oleaje, entre pupilas
niñas interrogaron en vano al mar y se perdieron en el horizonte ilimitado.
Los niños de México
lloraron. Porque solo ellos, niños al fin, viven el sueño de los gnomos y las
hadas, que lloraban porque tornó verdaderos sus sueños. Hada que les llevó
alegrías entre cantos, juegos danzas y cuentos. No volvería más el hada que
llegaba con el día en la clara mañana. Que era, esperanza y redención. Como un
viento suave y apacible esperaba aura. Que abría una dulce sonrisa, suavemente,
como abre sus botones una rosa. En su nombre se conjugaba el doble milagro.
Se llamaba Rosaura Zapata, la educadora impar, en el amplio
valle en la alta montaña.
En la prolongada costa, bajo todos los cielos sobre todos
los agros de la patria., fue en verdad suave viento, perfume delicado, gorjeo
dulcísimo y maternal entrega.
Ella vino del reino
del ensueño, y de la poesía, para hacerse carne terrenal y doliente. Abrió los
ojos a la vida, allá lejos, en un confín de México: la california del Guaycura.
Tierra del sol y desierto, de ternura y de amor, de perlas y de peces, de
estrellas y de mitos. De La Paz, fantástica y legendaria, trajo mensajes de
paz, de armonía y de belleza. Hada al fin, nos derramó generosa durante sus
largos 87 años, que no alcanzan a sumar pobres y comunes mortales.
Embelesó a los
párvulos. Fue, como dijo el Poeta Jaime Torres Bodet, el símbolo vivo de una
esperanza conmovedora para la felicidad de los niños. Ella lleno de infantes
nuestros jardines, hizo escuela propia, conmovió a los hombres con su vida y
con su obra y, como señalo el maestro Celerino Cano, atenta al porvenir
inmediato, contagió a todos con su pasión por el México niño.
De su inspiración y
de su esfuerzo, saben bien los niños y los hombres. Tan inspirada que cuando
sus ojos ya no veían a los niños, su corazón los sentía muy cerca de la razón
primordial, profunda y lúcida de su ser. Tan esforzada, que tras fundar los
jardines de niños que llevaron los nombres de Federico Froebel Y Enrique
Pestalozzi, recorrió primero, las poblaciones de los Estados Unidos para
aprender la organización y funcionamiento del Kínder Garden y después de
Europa, toda Alemania, Suiza, Francia, Inglaterra y Bélgica para estudiar lo
relacionado con la educación de los párvulos. Se perfecciono en la Universidad
Autónoma de México, a través de las cátedras de sociología, psicología y
ciencia de la educación. Y logró finalmente la Escuela Nacional de Educadoras.
En tanto, ocupaba numerosos cargos y desempeñaba graves funciones como miembro
del Consejo de Educación Primaria, del Consejo Técnico de la Escuela Nacional
de Maestros y del Consejo Nacional de Maestros y del Consejo Nacional de la
Educación. Y aun se daba tiempo para concurrir, como representante de la
Secretaria de Educación, a numerosos congresos mundiales sobre la enseñanza.
Hizo de su vocación un culto. Quemo sus pupilas en el estudio, sacrificó
diversiones y todo lo que pudiera ser felicidad para ella para dedicarlo a la
niñez mexicana que fue todo su mundo. Fue una mujer indispensable en el momento
histórico de México que le tocó vivir y hacer del sistema de jardines de niños
los cimientos sobre los que descansa la educación nacional. Se dio tiempo para
escribir varios libros dedicados a la educación preescolar, entre ellos: “tres
libros de cantos y juegos para jardines de niños”; “cuentos y conversaciones”;
“libro de rimas”; “la educación preescolar en México”; “técnicas de jardines de
niños”. Su nombre está grabado con letras de oro en el Senado de la República,
para orgullo de todos los mexicanos.
Amó a su pueblo niño,
profundamente. Y su pueblo maduro la veneró como diosa de infinita sabiduría.
A Rosaura Zapata no
la alcanza la bíblica sentencia Anatematizante: ella salió del pueblo y torno a
su pueblo. Vive eternamente en el corazón de los niños, los hombres y las
mujeres de México. Es ya como ha dicho la Maestra Emma Olguín, una heroína
civil, de la gran batalla educativa.
Rosaura Zapata Cano
seguirá siendo aura limpia y rosa Inmarcesible. Rosaura Zapata Cano, murió en
la ciudad de México en 1963 a la edad de 87 años, donde fue sepultada y
respetando su voluntad de que su cuerpo descansara en su tierra natal,
sudcalifornia, el 23 de noviembre de 1988 los restos mortales de la ameritada
maestra Zapata fueron sepultados en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres
en esta ciudad Capital.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
Fuente:
- Doctor Francisco Javier Carballo Lucero.
- Prof.: Néstor Agúndez
- Periodista y Escritora: Dominga G. de Amao
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