LA PAZ QUE SE PERDIÓ
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ
“ESE BAÚL...CON OLOR A TIEMPO Y
OLVIDO...GUARDA RECUERDOS DE LA FAMILIA JORDAN, DE SAN JUAN DE LA COSTA”.
San Juan de la Costa, fue propiedad de la familia
Jordán Camacho...a Fernando Jordán, doña Francisca Murillo de Jordán, le pidió
de favor que le fuera a pagar los impuestos del rancho, y Fernando le pidió las
escrituras para poder pagarlos, pero nunca volvieron a saber de él ni de las
escrituras...después se supo que según se suicidó...de San Juan hay mucho que
contar. Ese antiguo y aromático baúl de madera de cedro, olvidado durante casi
cuatro décadas en un rincón de una de la habitaciones de mi hogar, atrajo mis
recuerdos...al abrirlo, mis manos recorrieron con ansiedad sus finas
maderas...en él guardo, entre otras cosas, mi vestido de novia, así como me lo
quité aquel día de mi boda con una mancha de tizne de la olla del chocolate que
estaba en la lumbreante hornilla en la casa de mi madre...pero el vestido no es
lo importante de este bello baúl, bueno no está tan bello, pero a mí me lo
parece porque tiene valor estimativo e histórico de la familia Jordán, familia
de mi esposo. Este baúl de mis recuerdos, perteneció a la madre de mi suegro,
la Señora Basilia Jordán Camacho, quien posteriormente se lo heredo a mi suegro
cuando el llego a su mayoría de edad. Respetado ganadero de La Paz antigua, don
Antonio Gutiérrez Jordán, quien, al fallecer, el baúl fue heredado a mi esposo,
el señor Don Paz Gutiérrez Álvarez. El baúl en mención tiene más de 140 años.
Al hurgar en él, me encontré la hermosa sopera de fina porcelana china, regalo
de mi suegro, el día de mi boda; así como un platón de porcelana china que
dice: “MAYER CHINA”; pero lo que más llamó mi atención fue el sello real que
tiene la sopera...en el centro, tiene un escudo con un león y una corona, un
unicornio y una leyenda que dice “HONI SOIT QUIMAL IPENCE”; al lado derecho del
escudo, como sosteniéndolo, tiene un unicornio, y al lado izquierdo un león con
una corona en su cabeza con cruces en la corona, y alrededor del escudo una
leyenda que dice “ROYAL IRONSTONE CHINA JOHNSON BROSS. ENGLAND”. Al ver estas
reliquias que guardo celosamente me hicieron recordar su historia narrada por
mi suegro, y por las tías Jordán Camacho. “La familia Orantes fue fundadora de
San Juan de La Costa. En el año de 1822, mi bisabuelo, el francés Don Pedro
Jordán Fay quien vino de lejanas tierras en un gran galeón pirata, llegaron a
San Juan a enterrar un tesoro...cuando el galeón iba de regreso la gente se
amotinó, y mi bisabuelo huyó herido lanzándose a las aguas, frente a San Juan.
Las embravecidas olas lo arrastraron a tierra, iba moribundo, los piratas lo
venían siguiendo para matarlo, y en la oscuridad de la noche como pudo se
escondió en el hueco de un árbol, perdiendo la consciencia. Aquella mañana de
ardiente sol, la joven Sacramento Orantes, oriunda de estas tierras
californianas, buscaba el rebaño de ganado y de cabras montada en su
caballo...ante su sorpresa, se encontró en el hueco del árbol gimiendo de dolor
a Don Pedro Jordán. Sacramento, al estilo indígena, elaboro una rústica camilla
con materiales propios de la región, y como pudo lo acostó en ella, ya que el
joven Jordán era muy grande y robusto y ella de baja estatura, pero se las
ingenió y amarrando la preciada carga al caballo lo arrastro hacia el rancho de
sus padres. Curaron al enfermo con medicina herbolaria de la región, como era
la costumbre, ya que en aquella época la gente tenía conocimiento y dominio de
las plantas medicinales. Después de un tiempo, don Pedro se recuperó. Los
jóvenes se entendieron surgiendo un bonito romance, a pesar de que el hombre no
hablaba el español, y jamás lo llegó a hablar durante toda su vida. Don Pedro
Murió a los 106 años de nostalgia, se lanzó al mar, tenía ganas de regresar a
su tierra natal, Francia. Está sepultado en San Juan de la Costa que fue de su
propiedad. Sacramento Orantes y Pedro Jordán mezclaron su sangre y su cultura.
Tuvieron cuatro hijos, uno de ellos, don Lino Jordán Orantes, quien se casó con
Sacramento Camacho y procrearon 12 hijos en San Juan de la Costa, quienes
vivieron allí más de un siglo. Por motivo de una rara enfermedad de don Lino,
la familia Jordán Camacho se vio obligada a trasladarse a esta ciudad de La
Paz”. continuo contándome mi suegro la historia del baúl, de la sopera y de los
platones chinos, ,contaba mi abuela que “frente a la costa de San Juan se
hundió un gran galeón, al parecer inglés, como ya estaban acostumbrados a que
seguido sucedía eso, los mayores que además de tener conocimiento de todas las
artes para sobrevivir en aquella época, eran magníficos buzos, bajaron al fondo
del mar para ver lo que podían rescatar, sacaron el barco por partes, vajillas,
manteles, ropa de cama, algunas espadas, entre otras cosas preciosas; y el
barco tenía un escudo igual al de esta sopera, así como las empuñadura de las
armas y la demás loza. Dentro del barco, toda la tripulación murió, llamándoles
la atención una pareja de ancianos y dos niños al parecer gemelos como de diez
años de edad, vestidos con finos ropajes...estos platones se los dieron a mi
madre – dice mi suegro -, entre otras cosas, como la familia era grande todo lo
que sacaron del barco se lo repartieron. Y de las maderas del galeón que eran
muchas, se edificaron, casas, mesas, bancos y otros muebles propios del rancho
y hasta un bote para viajar de San Juan a La Paz a intercambiar mercancías que
se elaboraban en el rancho y al que mi bisabuelo le labro en la madera una
serpiente. Nunca supieron que significaba para él eso, de las maderas más
finas, que era el cedro, el roble y nogal se hicieron catorce baúles, uno para
cada miembro de la familia; los que se fueron heredando a través de los años al
hijo mayor. Esta Sopera que te doy, le falta la tapadera, la que era muy
hermosa en forma de cúpula, toda garigoleada con unos dibujos de unicornios y
de león, una verdadera obra de arte”, dijo mi suegro. A pesar de que esta
sopera tiene como siglo y medio, su brillo es sorprendente. Seguramente que fue
algún barco inglés el que naufragó en las costas de San Juan en 1850. Mis tías,
Contaba mi suegro, Serapia, Cristina, Francisca, Magdalena, María, Paula,
Lucia, Sacramento, Santana y mi madre Basilia, así como sus hermanos fueron
personas que dominaban todas las artes propias de la vida del campo. Mataban
reses y venados y curtían la piel con cascalote, las pintaban con raíz de
mezquitillo y las pulían con sesos de la misma res. Fabricaban calzado, de las
conchas hacían cal, y de la concha fina y de los cuernos de los animales hacían
botones y cachas de cuchillos, así como los cuchillos. Cultivaban la tierra, la
que sacaban de debajo de las rocas, y tumbaban los paredones, la echaban en
tanates de piel con capacidad de 150 kilos, y las acarreaban en bestias y las
echaban sobre las piedras y cultivaban frutas, verduras, cereales y legumbres.
Se daban calabazas de más de 30 kilos y los chícharos y todo lo que se
cosechaba era de gran tamaño (nunca se imaginaron las tías que las tierras
estaban tan abonadas por que había fosforita). Estas aguerridas y trabajadoras
mujeres, ordeñaban y hacían quesos y todos sus derivados, dulces, así como
hilos del henequén y del algodón que se sembraban para las telas...tejían cobijas
de la lana de los borregos y las pintaban utilizando la “ORCHILLA” ...y de las
palmas, hacían canastas, suaderas, sombreros y para acarrear el agua tejían
botes de palma y no se les filtraba ni una gota de agua. También hacían estas
mujeres, cubos de vaqueta para sacar agua del pozo, así como de la piel hacían
cueras y monturas y todos los implementos que el ranchero necesitaba Las
muchachas Jordán eran 10, hacían también, cuchillos, machetes, ruedas para las
carretas y todo tipo de herrería para el trabajo del campo. Bordaban y tejían,
para lo que tenían un rústico telar y ruecas de madera, donde se hacían sus
telas para vestir y se fabricaban su propia ropa y la de los hombres. Así como
tenían una fragua y máquinas para coser zapatos y ropa. Lo mismo fabricaban
utensilios de barro, como casas de adobe, así como gallinero, corrales de
ganado, como chiquero de cerdo, a pescar nadie les ganaba; las Jordanes fueron
mujeres muy hermosas y trabajadoras. Su abuelo, el francés les enseñó toda esa
cultura que trajo de lejanas tierras. Los Jordanes de San Juan de la Costa,
únicos y legítimos propietarios de San Juan, más de 2,700 hectáreas, firmada
las escrituras por el Lic. Benito Juárez a nombre de Antonio Jordán Camacho, porque
así era la costumbre antes, que al hijo mayor le escrituraban las tierras.
También los jordanes fabricaban jabón con lomboy, palo adán, lechuguilla y cebo
de res, y se hacían peines y peinetas de carey para adornar sus rubios
cabellos. El General Olachea le vendió en 3,000 pesos a Fernando Jordán, San
Juan de la Costa, propiedad de Antonio Jordán Camacho...pero eso es ya otra
historia…Y en las embravecidas aguas del mar color turquesa en aquella noche
silente. Se bamboleaba el galeón pirata que venía de lejanas tierras
transportando al que sería propietario de San Juan de La Costa, el Francés Don
Pedro Jordán Fay, un joven de 25 años, y que después se llamó ROCA FOSFÓRICA...Y
está sepultado en San Juan de arriba...
…por el placer de escribir…recordar…y...compartir...
.
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