LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
ALCARAZ.
“LA TACONUDA...LEYENDA DEL
BARRIO EL MANGLITO”.
A la tenue luz de los faroles,
alrededor de las lumbreantes hornillas, contaban los mayores que por el popular
barrio El manglito...barrio de pescadores por tradición, en el solar de los
Abaroa se aparece LA TACONUDA. A través de los años fueron muchas las personas
que se han espantado en el barrio. Cuenta la leyenda que desde la época de La
colonia, en noches plateadas por la orilla del mar, donde ahora es el astillero
y donde siempre se ha llamado El palmar de Abaroa, de entre los palmares salía
quejándose lastimeramente una mujer altísima volándole al viento la cabellera tan larga y tan negra como la
noche, vestida de largos ropajes blancos y zapatos de altos tacones, quien
caminaba lentamente recostándose de trecho en trecho sobre la empalizada de la
cerca de la familia Abaroa, y quienes la escucharon, dicen que decía con voz de
ultratumba, quejándose lastimeramente...ayyy...ayyy... se fueron y me dejaron...el
navío levó anclas...ay que será de mi.
Cuentan que fueron varios los osados
que se atrevieron a preguntarle qué le pasaba y si podían ayudarla, creyendo
que era cosa de este mundo...pero que la joven continuaba muy altiva su camino
como si no los hubiera visto...entonces se daban cuenta que era una alma en
pena y corrían despavoridos.
En época revolucionaria, cuentan que
elementos de la tropa, así como del partido contrario, fueron varios los
desconcertados al ver pasar de repente entre los dos bandos, al fragor de la
artillería a la misteriosa mujer de altos y ruidosos tacones que hasta polvo
levantaban en el camino, y de repente perdía el suelo, como elevándose a la vez
que desaparecía. Quienes tuvieron el infortunio de toparse con la taconuda,
dicen que nunca le vieron el rostro, que iba vestido de largos ropajes blancos
y calzaba zapatos de altos tacones, con lo que hacía mucho ruido. La taconuda,
decían los que la vieron, que subía por la calle Encinas partiendo casi desde la orilla del mar, daba vuelta por la calle
Abasolo recostándose sobre el cerco de la misma manzana y se metía precisamente
por el zaguán de Doña Quico Abaroa (q.e.p.d.) y se pasaba por los otros solares
y paredones hasta bajar por el palmar del Manglito, perdiéndose entre las pangas
de los pescadores.
La taconuda era el tema en las
tertulias familiares y el era “el coco” para los niños y adultos a quien toda
la vida en diferentes épocas del año la vieron, principalmente en las noches
de plenilunio, casi casi después de
escucharse el lastimero llanto de la Llorona...y dicen que, tenían que tomarse
té de palo de brasil para el mal de espanto. La taconuda por el barrio del
Manglito, a través de los tiempos ha sido la leyenda que ha circulado entre las
familias de ese pintoresco barrio de pescadores. En aquellos años, cuando los
jóvenes salían a los bailes, a las tardeadas en el kiosco del malecón y la
plazuela amenizadas por las orquestas de Don Rafael castro y Don Luis Gonzalez,
entre otros músicos de la época, tenían que regresar temprano a sus hogares, y
venían con el Jesús en la boca, no fueran a encontrarse de repente con La
taconuda o a escuchar el lastimero grito de la Llorona, como a muchos les había
pasado ya. Fueron varios los pescadores que en las madrugaditas aquellas se toparon
con la taconuda entre los palmares, principalmente en noches de luna. Cuentan
los antiguos que no hace mucho tiempo la taconuda volvió a las andadas...varias
personas la vieron, si no que le pregunten al Guilo.
Cuenta Polencho el pescador, que él ha
pasado muchas experiencias de este tipo de aparecidos, pero que nunca se había
espantado tanto como cuando una madrugadita de aquellas, como era su costumbre
iba al mogote a pescar, que de repente se soltó un aguacero, y salió de prisa
de entre las pangas la taconuda,
quien se quedó metida entre los
palmares, pues no pudo salir a que se escucharan el fuerte taconeo de sus
zapatos debido a la lluvia, él ya había
escuchado de esta leyenda, y por
curiosidad le buscaba el rostro pero por más que lo intentó no pudo vérselo, ya
que la larga y negra cabellera la cubría casi toda, chorreándole el agua de la
lluvia entre los cabellos y los largos ropajes, que eran como una etérea
visión, que mejor se hizo como que no la
había visto, pero que llevaba el corazón en un hilo.
...En las noches de Luna...en el Barrio
El Manglito, puede aparecer en cualquier momento, con su triste lamento y el
ruidoso taconeo de sus zapatos...La taconuda, con sus largos ropajes blancos y
negra cabellera al viento.
…Por
el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
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