LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR
MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.
“DON JOSE
MARIA AGUNDEZ...Y MARIA SUSANA AVILES...DEL RANCHO EL AGUAJITO, AUTENTICOS
RANCHEROS SUDCALIFORNIANOS”
“El Aguajito”...pintoresco
e histórico rancho que ha dado paso a la leyenda, su casco está enclavado sobre
una loma a doce kilómetros de El Pescadero rumbo al Oriente, forma parte del
poblado El refugio, donde la belleza del paisaje serrano, y las maravillosas
formas de figuras caprichosas de las rocas pétreas de diversos colores como
cortados a cincel, entre aromas a hierbas del pasmo, romerillal y otras flores
del campo, hacen al visitante evocar el pasado dejando vagar la imaginación,
pensando, en qué felices vivían los primeros californios en contacto con la
naturaleza. El Aguajito, debe su nombre precisamente a un pequeño aguaje donde
a borbollones fluye el vital líquido desde tiempos inmemoriales. La sinceridad
y la cordialidad caracterizan a sus propietarios Don José María Agúndez León y
su esposa María Susana Avilés como dignos exponentes de la gente del
campo...Don Chemita y Susanita, llamados así cariñosamente por familiares y
amigos muy allegados.
Esa cálida mañana de
primavera en la comodidad de su hogar, en la casa de adobe construida al
finalizar el siglo antepasado...con aroma a tiempo y olvido...bajo el techumbre
de palma del amplio y fresco corredor, mientras en la cocina crepitaban los
tizones encendidos y tras las llamas en el petril de las encaladas hornillas se
miraba el bello rostro de Susanita entre aquellos olores a exquisitos guisados
y el alegre trino de los pájaros canores...Don Chemita, hombre de gran temple
forjado en el surco y las labores propias del rancho, dijo con inmenso orgullo,
que él nació en el rancho “Las albóndigas”, parte integrante de El refugio, el 21 de febrero de 1940. Sus padres fueron:
Don José María Agúndez Agúndez y Margarita León Talamantes. Que su vida ha
transcurrido en este suelo peninsular, recordando el predio “El refugio” dijo
es de más de tres mil hectáreas y en el pasado fue fundado por Don Simón Avilés
en el siglo XVII, poco después de ser fundado Todos Santos.
Los padres jesuitas
introdujeron el cultivo de la caña de azúcar y el ganado vacuno, así como los
molinos de caña o trapiches, siendo El refugio el lugar más importante por la
asombrosa prosperidad del cultivo de la caña de azúcar y contar con un trapiche
accionado por mulas de carga llegando a ser el sustento económico de toda la
población. El refugio, fue la primera población donde se cultivaba la caña de
azúcar, y en contar con el primer molino de caña accionado por mulas.
En El refugio de Don Simón
Avilés, las huertas de cañaverales estuvieron en su máximo esplendor al finalizar
el siglo antepasado. Y continuó la tradición por muchos años con sus hijos y
demás familia, pero los nietos empezaron a mandar a los hijos a estudiar fuera,
para que se formaran profesionistas, y
al paso del tiempo, vino la decadencia de este próspero lugar. Se continúa
sembrando caña a menor escala, pero ya no se muele en El refugio, sino que se
lleva a otra parte. A través de los años, El refugio fue propiedad de José
Zazueta, a quien luego se lo compraron sus abuelos Don Loreto Agúndez Avilés y
Encarnación Agúndez, el que se compone en la actualidad en 20 condueños con sus
respectivos ranchos aledaños, entre ellos El Aguajito, el que fundó Juan Cota y
que en otros tiempos estuvo en todo su esplendor con el cultivo de la caña de
azúcar y todos sus derivados.
Las familias que lo habitaban entre
ellas había magníficas costureras, dedicadas además de las labores del rancho,
a elaborar ropa para hombres, especialmente pantalones de mezclilla, así como Don Manuel León Cota de La Palmas
mediante todo un proceso hacían suaderos y colchones para surtir a la mayoría
de los habitantes de esta región, quienes trabajaban en los cañaverales y la
mina La estrella polar. Fabricaban también el queso macho de prensa de 20 y 30
kilos, así como de estera y lo empacaban por toneladas en guacales, el que
sacaban en bestias por los caminos a punta de pezuña para embarcarlos en San
José del Cabo, en la aguada segura, después San Bernabé y ahora el estero de
San José del Cabo. Siempre tuve el anhelo de ser dueño del casco del rancho El Aguajito,
por su historia de esplendor por sus leyendas que contaban los mayores...El Aguajito
le quedó en herencia a Telésforo Cota, sus hijos y hermanos; luego Juan Cota
hijo se lo vendió a Rafael Guluarte y Rafael se lo vendió a José María Agúndez
León en hectareaje de terreno; el casco del rancho El Aguajito, un rancho
ganadero de ganado vacuno y caprino, se lo compró el señor Rodolfo Zazueta
Famanía a Telésforo Cota León y a Elisa
Villarino Zazueta; y Rodolfo se lo vendió a José María Agúndez León.
Suspirando, Don Chemita contó la
anécdota de “El jarado”...que le contaban sus mayores...El jarado fue un indio
muy celebre de la comarca...habitaba donde hay unas cuevas y un salto de
agua...era un hombre muy grande y muy fuerte...imponía temor a los habitantes
de aquel tiempo...eran muchos los osados que habían intentado aprehenderlo pero
ninguno lo había logrado...las autoridades encomendaron la misión de aprehender
a “El jarado” a Don Simón Avilés que era
el hombre más fuerte y audaz en El refugio y el fundador de El Pescadero, un
hombre de leyenda en aquel tiempo, el único capaz de afrentársele al indio
rebelde. Cuentan que llegó Don Simón armado hasta los dientes hasta los
dominios de El jarado, junto al salto del agua, y muy despreocupadamente sacó
un cigarro, y le dijo al indio “¡Vengo por ti Jarado!”...y el indio
calmadamente tomó una braza del suelo y muy atento se la ofreció a Don Simón
para encendiera su cigarro, al tiempo que le decía “Pues aquí estoy, a ver si
puedes llevarme”...y que se enfrentaron cuerpo a cuerpo en feroz lucha los dos
colosos...nomás se escuchaban los trancazos y jadeos...pasaba el tiempo y
ninguno de los dos cedía...hasta que Don Simón cuando ya veía las de perder, se
aventó al suelo y con una rapidez asombrosa lo agarró de sus partes nobles,
triturándolo, que el indio cayó fulminado como un rayo por el dolor...fue así
como pudo dominar a El jarado, entrando al Refugio con él maniatado.
Andando el tiempo, en la cueva donde vivió El jareado, continuó diciendo
Don Chemita, se encontraron tres calacas de indios y un metate donde molían las
semillas de bledo, entre otras y las donó al museo de antropología e historia.
En aquellos tiempos nomás zumbaban las
máquinas de coser en el Aguajito y se escuchaba entre brechas y caminos
fustigando el látigo sobre las bestias jalando las carretas llenas de caña
rumbo a los trapiches para la molienda...cuenta Don Chemita que en el Aguajito
se ven muchas cosas raras...sus antepasados enterraron mucho oro y plata por
los alrededores...son muchos los aventados que lo han buscado, pero nada han
encontrado...suspirando, terminó diciendo Don Chemita que quizás fuera cierto,
porque había mucha bonanza en El refugio y en todos los ranchos aledaños,
añadiendo que de esta tierra tan hermosa hay mucho que recordar, y que le da
gracias a Dios por permitirle disfrutar en compañía de su esposa e hijos de esa
tranquilidad en contacto con la naturaleza.
...Del rancho El Aguajito...se cuentan muchas leyendas...
…Por el
placer de escribir…recordar…y compartir…
Esta crónica fue publicada hace más de quince años en los prestigiados
medios de comunicación en La Paz.
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