LA PAZ QUE SE PERDIO
POR
MANUELITA LIZARRAGA
“LA
ANIMITA DEL DIFUNTITO DE SAN JOSE DEL CABO”.
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EL DIFUNTITO DE LA SALINA, TAMBIEN LE
DICEN
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ES UNA PEQUEÑA TUMBA LLENA DE OFRENDAS,
MUY VENERADA EN ESPECIAL POR LOS PESCADORES
·
LA ANIMITA DEL DIFUNTITO ESTA UBICADA EN
DONDE FUE EL RANCHO LA CACHORA, ENTRE SAN JOSE DEL CABO Y LA PLAYA
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ERA UN BEBE SIN NOMBRE TODAVIA...Y LA
GENTE LE ATRIBUYE MILAGROS...EN EL CICLON DEL 18 FALLECIERON SUS PADRES Y EL
TAMBIEN.
Cuentan
los mayores que el devastador ciclón del 15 de septiembre de 1918 el que duró
tres días y azotó en la mayor parte del territorio de BCS...y en San José del
Cabo además de que derribo la antigua misión, entre otros importantes
edificios, hubo muchos estragos y pérdidas de vida, entre ellas El Niño sin
nombre y sus padres, a quienes los arrastró las turbulentas aguas del
arroyo...aquel 15 de septiembre de 1918, el crepúsculo era demasiado rojo y
bello, preludio de un huracán, decían los que muchos saben y el ocaso fue tan
negro como el ala de un cuervo, y los vientos arreciaban poco a poco...nadie se
imaginaba lo que vendría poco después...las familias josefinas se vestían con
sus mejores galas para acudir a la gran fiesta que se celebraba en un uno de
los ranchos aledaños; hermosas fiestas del pueblo tan alegres y tan sanas y
desde luego que los padres del niño sin nombre quienes habitaban en el rancho
las cachoras también asistieron con sus bebé en brazos apenas de 9 meses de
nacido, y cuentan que su hermanita mayor se quedó en casa con sus abuelitos, fue
por eso que se salvó de morir arrastrada por la corriente del arroyo.
...Eran
como las siete cuarenta de la noche...la fiesta estaba en todo su apogeo y la
alegría se desbordaba...la gente bailaba al compás de bellas notas musicales
arrancadas a las cuerdas y guitarras de violines, vientos huracanados con
fuertes lluvias se empezaron a sentir, en los brazos de su madre, el niño sin
nombre lloraba como presintiendo la tragedia que se avecinaba...a las ocho y
minutos de la noche, el viento era ya incontenibles y el aguacero
torrencial...los llantos del niño se perdían en aquel ruido infernal. Los
señores alarmados, gritaban, “Esto es un huracán”, las mujeres se
santiguaban...y algunas familias salían despavoridas tratando de llegar a sus
hogares para guarecerse del terrible meteoro, entre ellas, los jóvenes padres
del niño sin nombre, que con él en brazos, trataban de llegar a su rancho Las
cachoras, antes de que arremetiera toda la furia del huracán del 18, pero nunca
llegaron, los alcanzó el arroyo y las embravecidas aguas le arrebataron al niño
de sus brazos llevándolos lejos de ellos
...los
árboles caían levantados de cuajo y las caudalosas aguas arrastraban todo lo
que encontraban a su paso... ¡la furia de la naturaleza estaba desatada! Y en
la casona iluminada por la luz de San Thelmo donde momentos antes todo era
alegría, ahora era incertidumbre, temor y negros presentimientos....era el
caos, estaban atrapados...tres días duró el huracán del 18; 15,16 y 17 y el 17
como a las ocho de la noche, empezó a amainar, ya para la mañana del 18 todo
era silencio, destrucción y muerte.
Los
josefinos empezaron a buscar sobrevivientes y muertos los que fueron varios,
entre ellos los padres del bebé sin nombre, pero al niño no lo encontraban, lo
buscaron por varios días, ¡y nada!...y cuentan que un grupo de pescadores ya
estaban exhaustos de tanto buscar, y que se hincaron e imploraron a Dios y al
mismo niño sin nombre, que apareciera su cadáver para darle cristiana sepultura
y que al parecer sus oraciones fueron escuchadas, porque a unos pasos de donde
ellos oraban, entre unos matorrales retorcidos por las fuerzas de la
naturaleza, estaba el cadáver desnudo del pequeño sin nombre, pero lo
sorprendente era que a pesar de los días de muerto, no estaba en estado de descomposición;
los pescadores tomaron el pequeño cuerpecito, lo envolvieron en una manta y ahí
mismo lo sepultaron...y cuentan los que saben de esto, que a partir de entonces
se fue tejiendo la leyenda de la animita del difuntito de San José, los
pescadores al salir a pescar tenían que pasar por la animita del difuntito para
encomendarse a Dios y al niño, con gran devoción para que les fuera bien en la
pesca, y le hacen peticiones y en enfermedades que les aquejan, los que según
les concede como lo demuestran las ofrendas que tiene la tumbita.
Cuenta
Doña Rosita Castro que la animita del difuntito es un punto de fe y referencia
para los lugareños, en especial para los hombres del mar, quienes en su mayoría
no salen a pescar si no pasan por la animita y se encomiendan al difuntito como
también le dicen para que les vaya bien en sus actividades para lograr buena
pesca, que desde el ciclón del 18 los pescadores y los josefinos lo adoptaron
como su ángel de devoción y por generaciones hasta la fecha lo veneran terminó
diciendo la dulce viejecita.
…Por
el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta
crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano,
revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
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