viernes, 28 de julio de 2017

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“SAN BARTOLO...TIERRA DEL TRADICIONAL DULCE REGIONAL...CUNA DE INDUSTRIOSAS Y PROGRESISTAS MUJERES”.


            Sobre la loma más alta, allá en San Bartolo están las ruinas de lo que en otros tiempos fue una misión...también existe un antiguo panteón, un ojo de agua dulce y exuberantes palmeras en las cordilleras de los cerros, así como huertas de frutos regionales, entre ellos el exquisito mango, y Doña Estefana Silva es la muchacha más antigua de San Bartolo, donde nació el 04 de Enero de 1904 y dijo que sus padres fueron Francisco Silva Calderón, de ocupación de todos los oficios de aquella época, principalmente agricultor y ganadero, y su mamá Doña Rosario Cota Obello, fue dulcera desde sus ancestros por tradición, así como su abuelita Doña Porfiria Calderón y que desde tiempos inmemoriales las fiestas tradicionales de este pintoresco pueblito del Iguano, del dulce y del mango, son el 24 de Agosto, día del Santo Patrono, San Bartolo, y se festeja con bombo y platillo con un gran baile en la que participa toda la población de más de veinte ranchos aledaños, y otras comunidades, y es coronada la reina, la que este año fue la señorita Janeth Aguilar Díaz; y que en esa iglesia en ruinas de la que aún queda el arco en la pared que se niega a caer, a ella la bautizaron cuando era una bebe...y bonitas misas se realizaban y se veneraba a San Bartolo, que desde su infancia ella la recuerda, con sus bancas de madera de Güéribo, que contaban los mayores que esa iglesia fue construida por los as de 1729 por los padres jesuitas, pero que a su expulsión en 1768, todo quedó en el abandono, y las familias más antiguas que repoblaron San Bartolo fueron los Trasviña, Cota, Rochín, Silva, Meza, Aguilar, entre otros, y se dedicaban a la siembra y cosecha de caña, a la elaboración de panocha, panocha de gajo, conocimientos de este arte que trajeron los Silva a la península y se hizo una tradición.

            ...Había muchos molinos de caña y trapiches en San Bartolo...eran tiempos de Jauja...la iglesia continuó a tener actividades con sus festejos y todo, donde acudía todo el pueblo...una vez, llegó a San Bartolo un forastero quién traía un mapa, según venía buscando un tesoro que estaba enterrado en la iglesia pasando el arroyo grande sobre una loma, y escarbaron tanto pero no encontraron nada, y a través del tiempo son muchos los que han buscado el famoso tesoro, hasta que se fue acabando de destruir la iglesia a consecuencia del ciclón Lisa en 1976, en ese tiempo todavía estaba el padre Bruno; luego se edificó la nueva iglesia donde se venera a San Bartolo, donde cada sábado viene un sacerdote a la celebrar la misa. La economía en San Bartolo, dijo la encantadora muchacha antigua de cabellos como lirios florecidos, se basa en la agricultura, ganadería, pero principalmente en la elaboración y venta del dulce regional. La gente de San Bartolo  es muy trabajadora y para la preparación del tradicional dulce de mango y orejones, participa toda la familia. Durante el mes de Junio hasta el 15 de Agosto es la cosecha de mango y se tiene que trabajar intensamente para aprovechar todo el fruto.

            Meses antes, dijo Doña Estefana Silva, mientras pelaba unos mangos para preparar orejones, las familias en su gran mayoría empieza a amontonar varias cargas de leña en sus hogares y a preparar cazos y todos los utensilios para el intenso trabajo que se avecina con la maduración del mango y a como van cayendo se van aprovechando para el ate y orejones. Es todo un arte ese proceso de fabricar dulce, la gente que no hace dulce, es que no es de San Bartolo. En la mayoría de las casas se ven los leñeros atascados, los cazos repletos en proceso de dulce de mango en la lumbre, y la humareda en los techados perfumando el ambiente a mango maduro.  También las familias de San Bartolo, para apoyar su economía, preparan dulces de diferentes frutos en almíbar, como guayabate, jamoncillos, cocadas, coyotas, empanaditas, pinole, etc., y lo ponen a la venta a consignación en los puestos a la orilla de la carretera, el que el turista y demás visitante consume para deleite del paladar, dando fama San Bartolo por su exquisito dulce regional.

            Ella, continuó diciendo Doña Estefana Silva, desde que tenía cinco años la criaron y educaron sus padrinos Doña María Cota Oliveros y Serafín Meza Verduzco; ella los cuidó en su vejez y enfermedad hasta su muerte, fueron personas muy buenas, nobles y muy trabajadores, siempre le dieron muy buenos consejos y gracias a ellos ella se formó en la vida; esta casita de adobe, dijo, la construyeron sus padrinos en 1918, y se la heredaron a ella. Su padrino era, además de agricultor, comerciante, tenía varios aparejos de mulas y los cargaba de cacaixtle con aguacates y mangos, entre otros frutos, y los llevaban a vender a La Paz por aquellas polvorientas y pedregosas brechas, por las que hacían tres días de camino para llegar a la ciudad de los molinos de huertos familiares, de barcos mercantes y de tantas otras cosas hermosas. Cuando ella tenía 14 años, sus padrinos la llevaron a La Paz por primera vez...la bahía estaba inundada de embarcaciones de vela, armadas perleras le decían algunas, había unas cuantas casas con sus molinos de viento, parecía un rancho grande La Paz; las tiendas que recuerda eran la “Ochavada”, “La torre Eiffel”, “La casa Ruffo”, “El centro mercantil”, la fabrica de calzado de los chinos por el callejón 21 de Agosto, entre otros.

            En ese tiempo, continuó diciendo la dulce viejecita, estaba en su auge la Revolución de Felix Ortega y sus valientes, traían sombreros de colores, nomás zumbaban las balas a los alrededores...varias batallas se dieron con los pelones en San Bartolo, tenían las familias que salirse de sus casas y meterse entre las huertas. Se casó a los 23 años con el señor Serafín Meza Cota, procrearon cinco hijos: María de la Luz, María Antonia, Eduardo, María Consuelo y María de Jesús, quienes son una bendición, y le dieron muchos nietos, bisnietos y hasta tataranietos. Continuó diciendo Doña Estefana que ella es la menor de once hermanos, y nada más ella queda, que en San Bartolo, habitan alrededor de 150 familias con más de 630 habitantes en más de veinte ranchos, de sus alrededores: La Palmilla, El álamo, la parcela, el inquieto, el agua de la palma, el manchón, bebe lamas, el mezquite, la piedra, el rincón del León, el ciruelo, la veta, el potrillo, la bolsa, los pocitos, el candelilla, el mezcal, el cajón, el sifón y el tesal; tienen un buen subdelegado, se llama Ramiro Hirales Silva, un comandante delegacional de los Barriles, Ramón Cocula de la Toba, con siete gentes a su mando, quienes se coordinan con el delegado de los Barriles, Luis Ramón Trasviña Avilés para mantener el orden en las tres subdelegaciones, San Bartolo, El Cardonal y El Coro.

            Las personas de San Bartolo se dedican al dulce, el que venden durante todo el año, a las huertas y el ganado y los jóvenes trabajan en Los Barriles; terminó diciendo Doña Estefana Silva, que le horroriza tanta violencia y falta de respeto que hay en la actualidad.
 

…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…

*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*









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