LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“SAN BARTOLO...TIERRA DEL
TRADICIONAL DULCE REGIONAL...CUNA DE INDUSTRIOSAS Y PROGRESISTAS MUJERES”.
Sobre
la loma más alta, allá en San Bartolo están las ruinas de lo que en otros
tiempos fue una misión...también existe un antiguo panteón, un ojo de agua
dulce y exuberantes palmeras en las cordilleras de los cerros, así como huertas
de frutos regionales, entre ellos el exquisito mango, y Doña Estefana Silva es
la muchacha más antigua de San Bartolo, donde nació el 04 de Enero de 1904 y
dijo que sus padres fueron Francisco Silva Calderón, de ocupación de todos los
oficios de aquella época, principalmente agricultor y ganadero, y su mamá Doña
Rosario Cota Obello, fue dulcera desde sus ancestros por tradición, así como su
abuelita Doña Porfiria Calderón y que desde tiempos inmemoriales las fiestas
tradicionales de este pintoresco pueblito del Iguano, del dulce y del mango,
son el 24 de Agosto, día del Santo Patrono, San Bartolo, y se festeja con bombo
y platillo con un gran baile en la que participa toda la población de más de
veinte ranchos aledaños, y otras comunidades, y es coronada la reina, la que
este año fue la señorita Janeth Aguilar Díaz; y que en esa iglesia en ruinas de
la que aún queda el arco en la pared que se niega a caer, a ella la bautizaron
cuando era una bebe...y bonitas misas se realizaban y se veneraba a San
Bartolo, que desde su infancia ella la recuerda, con sus bancas de madera de Güéribo,
que contaban los mayores que esa iglesia fue construida por los as de 1729 por
los padres jesuitas, pero que a su expulsión en 1768, todo quedó en el
abandono, y las familias más antiguas que repoblaron San Bartolo fueron los
Trasviña, Cota, Rochín, Silva, Meza, Aguilar, entre otros, y se dedicaban a la
siembra y cosecha de caña, a la elaboración de panocha, panocha de gajo,
conocimientos de este arte que trajeron los Silva a la península y se hizo una
tradición.
...Había
muchos molinos de caña y trapiches en San Bartolo...eran tiempos de Jauja...la
iglesia continuó a tener actividades con sus festejos y todo, donde acudía todo
el pueblo...una vez, llegó a San Bartolo un forastero quién traía un mapa,
según venía buscando un tesoro que estaba enterrado en la iglesia pasando el
arroyo grande sobre una loma, y escarbaron tanto pero no encontraron nada, y a
través del tiempo son muchos los que han buscado el famoso tesoro, hasta que se
fue acabando de destruir la iglesia a consecuencia del ciclón Lisa en 1976, en
ese tiempo todavía estaba el padre Bruno; luego se edificó la nueva iglesia
donde se venera a San Bartolo, donde cada sábado viene un sacerdote a la
celebrar la misa. La economía en San Bartolo, dijo la encantadora muchacha
antigua de cabellos como lirios florecidos, se basa en la agricultura, ganadería,
pero principalmente en la elaboración y venta del dulce regional. La gente de
San Bartolo es muy trabajadora y para la
preparación del tradicional dulce de mango y orejones, participa toda la
familia. Durante el mes de Junio hasta el 15 de Agosto es la cosecha de mango y
se tiene que trabajar intensamente para aprovechar todo el fruto.
Meses
antes, dijo Doña Estefana Silva, mientras pelaba unos mangos para preparar
orejones, las familias en su gran mayoría empieza a amontonar varias cargas de
leña en sus hogares y a preparar cazos y todos los utensilios para el intenso
trabajo que se avecina con la maduración del mango y a como van cayendo se van
aprovechando para el ate y orejones. Es todo un arte ese proceso de fabricar
dulce, la gente que no hace dulce, es que no es de San Bartolo. En la mayoría
de las casas se ven los leñeros atascados, los cazos repletos en proceso de
dulce de mango en la lumbre, y la humareda en los techados perfumando el
ambiente a mango maduro. También las
familias de San Bartolo, para apoyar su economía, preparan dulces de diferentes
frutos en almíbar, como guayabate, jamoncillos, cocadas, coyotas, empanaditas,
pinole, etc., y lo ponen a la venta a consignación en los puestos a la orilla
de la carretera, el que el turista y demás visitante consume para deleite del
paladar, dando fama San Bartolo por su exquisito dulce regional.
Ella,
continuó diciendo Doña Estefana Silva, desde que tenía cinco años la criaron y
educaron sus padrinos Doña María Cota Oliveros y Serafín Meza Verduzco; ella
los cuidó en su vejez y enfermedad hasta su muerte, fueron personas muy buenas,
nobles y muy trabajadores, siempre le dieron muy buenos consejos y gracias a
ellos ella se formó en la vida; esta casita de adobe, dijo, la construyeron sus
padrinos en 1918, y se la heredaron a ella. Su padrino era, además de
agricultor, comerciante, tenía varios aparejos de mulas y los cargaba de cacaixtle
con aguacates y mangos, entre otros frutos, y los llevaban a vender a La Paz
por aquellas polvorientas y pedregosas brechas, por las que hacían tres días de
camino para llegar a la ciudad de los molinos de huertos familiares, de barcos
mercantes y de tantas otras cosas hermosas. Cuando ella tenía 14 años, sus
padrinos la llevaron a La Paz por primera vez...la bahía estaba inundada de
embarcaciones de vela, armadas perleras le decían algunas, había unas cuantas
casas con sus molinos de viento, parecía un rancho grande La Paz; las tiendas
que recuerda eran la “Ochavada”, “La torre Eiffel”, “La casa Ruffo”, “El centro
mercantil”, la fabrica de calzado de los chinos por el callejón 21 de Agosto,
entre otros.
En
ese tiempo, continuó diciendo la dulce viejecita, estaba en su auge la
Revolución de Felix Ortega y sus valientes, traían sombreros de colores, nomás
zumbaban las balas a los alrededores...varias batallas se dieron con los
pelones en San Bartolo, tenían las familias que salirse de sus casas y meterse
entre las huertas. Se casó a los 23 años con el señor Serafín Meza Cota,
procrearon cinco hijos: María de la Luz, María Antonia, Eduardo, María Consuelo
y María de Jesús, quienes son una bendición, y le dieron muchos nietos,
bisnietos y hasta tataranietos. Continuó diciendo Doña Estefana que ella es la
menor de once hermanos, y nada más ella queda, que en San Bartolo, habitan
alrededor de 150 familias con más de 630 habitantes en más de veinte ranchos,
de sus alrededores: La Palmilla, El álamo, la parcela, el inquieto, el agua de
la palma, el manchón, bebe lamas, el mezquite, la piedra, el rincón del León,
el ciruelo, la veta, el potrillo, la bolsa, los pocitos, el candelilla, el
mezcal, el cajón, el sifón y el tesal; tienen un buen subdelegado, se llama
Ramiro Hirales Silva, un comandante delegacional de los Barriles, Ramón Cocula
de la Toba, con siete gentes a su mando, quienes se coordinan con el delegado
de los Barriles, Luis Ramón Trasviña Avilés para mantener el orden en las tres
subdelegaciones, San Bartolo, El Cardonal y El Coro.
Las personas de San Bartolo se
dedican al dulce, el que venden durante todo el año, a las huertas y el ganado
y los jóvenes trabajan en Los Barriles; terminó diciendo Doña Estefana Silva,
que le horroriza tanta violencia y falta de respeto que hay en la actualidad.
…Por
el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de
15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de
radio contacto directo XENT radio La Paz*
No hay comentarios.:
Publicar un comentario