sábado, 15 de julio de 2017

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“MARIA DE JESUS COTA TRASVIÑA...SETENA Y UN AÑOS PREPARANDO TORTAS...LA POPULAR DOÑA CHUY Y SUS TRADICIONALES TORTAS”.

  • COMO UN HOMENAJE EN SU 94 ANIVERSARIO DE EJEMPLAR Y FRUCTIFERA VIDA…


            En el sencillo y popular puesto de tortas, bajo la fronda del enorme árbol de la India inundado de pájaros canores, entre aquellos  inconfundibles aromas de la receta secreta de sus preparados, con esa sonrisa que la caracteriza Doña Chuy dijo mientras preparaba una exquisita torta que se siente muy satisfecha con su trabajo tan digno, tiene cinco décadas y un lustro preparando tortas para deleitar el paladar más exigente, siempre con el mismo punto y sazón, gracias a Doña Aida Castro de Dominguez, quien le enseñó este noble arte de preparar tortas...la receta original y el mérito es de ella, dijo Doña Chuy, quien la enseñó hace cincuenta y cinco años para que aprendiera a ganarse la vida y a sostener sus hijos. A Doña Aida le está eternamente agradecida porque además siente que a ella después de Dios y los médicos conserva la vida.

            Era aquella Paz de los años 40 cuando no había tantos adelantos médicos, Doña Chuy padecía una enfermedad delicada que necesitaba urgente intervención quirúrgica, y Doña Aida a su costa la llevó a la ciudad de Chihuahua, donde fue operada, y además la enseñó a trabajar las tortas que han sido toda una tradición en La Paz. Por los años de 1946, donde es ahora la gasolinera de Castro, Doña Aida puso un puesto de tortas y hamburguesas para que Doña Chuy las trabajara, y desde entonces gente de todos los niveles sociales, desde los gobernadores, jefes políticos, estudiantes y público en general han saboreado las exquisitas tortas de Doña Chuy.

            Esa hermosa mañana de otoño al puesto de Doña Chuy los clientes seguían llegando, y ella con habilidad asombrosa preparaba las exquisitas tortas en un abrir y cerrar de ojos y dijo que nació el 23 de Junio de 1923 allá en el paradisiaco San Bartolo, gobernaba el territorio de Baja California Sur Don Agustín Arriola Martínez, primer gobernador nativo electo por plebiscito...sus padres fueron Don Emilio Cota, prominente ganadero, agricultor y comerciante y Domitila Trasviña, especialista en el arte de elaborar dulce regional de pitahaya y de otros frutos que es toda una tradición en San Bartolo. Doña Chuy es la sexta de once hermanos...su infancia fue muy feliz en San Bartolo...los bellos recuerdos en su tierra natal inundaron su mente...recuerda la cueva en el cerro de los chorros en el ojo de agua...tres enormes chorros de agua caían del cerro, dice, que parecían una hermosa cortina y detrás de ella jugaban los niños...había tanto cigarrones y mariposas en sus alrededores entre las abundantes flores! y antes le decían San Bartolo de los chorros...había bonanza en su hogar, y mucha alegría... ¡ tenían tanto ganado!, su madre y demás mujeres de la casa preparaban mucho queso de prensa y de estera el que duraba de temporada a temporada, o sea, a vuelta de año....los zarzos siempre estaban llenos de queso de apollo y revuelto...era todo un arte el conservarlo; a veces se ponía tan duro que con un serrucho lo tenían que partir...!que sabrosas eran las zurrapas que iban saliendo a serruchar el queso!...dice doña Chuy que en una tortilla calientita las iban cachando, camelaban cuando su padre iba a partir queso, y tortilla en mano hacían cola ella y sus hermanos...que tiempos!... que hermoso lucía el rostro de su madre tras el pretil de la encalada hornilla iluminado por la flama ardiente, entre aquellos humos y aromas de los guisados, mientras torteaba guardaban el queso en grandes esteras ponían una tanda y la bañaban de sal entera y luego le ponían otra tanda de quesos, y así los almacenaban para traerlo empacado a La Paz en guacales de cacaixtle sobre las mulas o en carretones.

            La mantequilla de rancho y la manteca de puerco la traían en latas...su padre mataba los puercos para la manteca y la carne la hacían chorizo el que metían en tripas y lo ponían a orear, la carne de res también era todo un arte el orearla salada en grueso. Formaban grandes pacas de carne seca y también su padre la traía a vender  a la paz a los tendejones de aquellos tiempos, entre los principales comerciantes de La Paz, además de la casa Ruffo, a Don Esteban Talamantes. Cuando Doña Chuy tenía seis años se vino la familia a La Paz...fue en 1929 ella escuchaba a los mayores que había problemas económicos mundiales en todo el país y en la península, a su corta edad ella no comprendía pero lo que si le gustó mucho fue este hermoso puerto de La Paz.

            El calesín que las transportaba al trote de mulas, y el chasquido de látigo,  entre brechas y pedregosos caminos, al pasar por la animita, la que en ese tiempo era un promontorio de tierra solamente, su padre quiso enseñarles la hermosa bahía de La Paz, la que estaba inundada de barcos mercantes armadas perleras y aves del cielo, así como el malecón y el kiosco recién construido apenas 4 años atrás durante el gobierno de Don Manuel Esquerro, María de Jesús al fin niña estaba admirada por todo lo que sus ojos deleitaba. El ruido que hacían las ruedas del calesín parecían alegres castañuelas a sus tiernos oídos. Al fin llegaron a lo que sería su nuevo hogar, donde estuvieron algún tiempo y regresaron a la tierra minera de San Antonio, el que fue fundado por Don Manuel de Ocio a mediados del siglo XVIII, donde cursó su primaria y luego de un tiempo regresaron nuevamente a La Paz, donde su padre trabajaba de huertero. ¡Había tantas huertas y molinos de viento en La Paz! que espectáculo tan maravilloso hacían los molinos con el aire fresco del Coromuel cuando por las tardes sacaban las rechinadoras poltronas a la banqueta a esperar el Coromuel como era la costumbre entre aquellos aromas a café de grano y pan calientito. Ella desde su juventud trabajó en casa de Doña Aida a quien le tiene especial respeto y cariño. Dios la bendijo con tres hijos, Juan Manuel, Rosa María y José de Jesús por quienes luchó tenazmente vendiendo tortas toda su vida para formarlos y de quienes está muy orgullosa, y le han dado una docena de nietos.

            Doña Chuy continua diciendo que la gente de La Paz es muy bondadosa y caritativa que ella ha tenido la fortuna de contar con muchos y muy buenos amigos quienes en su momento le han tendido la mano, entre ellos el sastre de reconocido prestigio en La Paz Don Julián Pérez y su esposa, sacaron de su cochera su carro, y quienes le prestaron un espacio junto al cine Juarez para que vendiera las tradicionales tortas Chuy, las que fueron toda una época  en aquella Paz de antaño en el cine Juarez...eran contadas las personas que iban al cine Juarez a disfrutar con toda la familia aquellas películas de la cinematografía mexicana que eran una joya por su contenido y  mensaje y que no se comieran su torta chuy...con añoranza Doña Chuy recuerda que esa arteria del cine Juarez fue la más importante en La Paz. Era la calle más concurrida, y donde se llevaban a cabo los eventos más importantes. Es evocador recordar el mercado madero con todas sus voces y ruidos tan propios, como olvidar los gritos del baratero cumbre que se escuchaba todo el día de puerta a puerta del antiguo mercado....el zumbar de chocomiles del español que eran una novedad...el raspador de hielo de Don Trino Osuna, con sus sabrosos raspados de colores....el ruido de las pesas en la balanza romana en la tienda del Chinito frente al cine Juarez...el tris tras de las tijeras en la peluquería el zurdo....el zumbar de máquinas de coser, de los sastres Julián Pérez y Manuel Wong, en el marco de las notas musicales de la romancera nevería flor de la Paz y de la escuela de música...notas que se confundían con las rechiflas y el fuerte zapateo en el tablado de la galería del cine Juárez que hacia el publico inconformes cuando cortaban las películas (que tiempos!).

            Platicar con doña chuy mientras se saborea una exquisita torta, bajo la fronda del árbol en el marco del alegre trino de los pájaros canores, es revivir el pasado...aquel añorado pasado de la paz que se perdió es rememorar muchas cosas costumbres y tradiciones que se perdieron, es sencillamente una delicia.  Después al paso de los años cerraron el cine Juárez un popular e histórico cine que reunía a la mayoría de las familia de La Paz que reunía a la mayoría de las familias de La Paz de todos los niveles sociales y por consiguiente cerró también el puesto de tortas quedando esa arteria en silencio...por la década de los 80 doña chuy con esa férrea voluntad que la caracteriza abrió nuevamente su puesto de tortas chuy bajo la fronda del árbol de la india sobre la banqueta del frente de su casa con el mismo sabor y sabrosura de hace 71 años y donde acuden gente de todos los niveles sociales a comprar sus tortas y los deliciosos dulces regionales preparados en el rancho de su hermano Ramón Cota, EL Coro, la tierra del mejor mango.

...en el invierno de su vida...aunque su rostro luce ya como una sonreida margarita, y en su cabeza florecieron los lirios, doña chuy continúa vendiendo sus exquisitas tortas que ya son una tradición en La Paz.

…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…

*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*









No hay comentarios.:

Publicar un comentario