LA
PAZ QUE SE PERDIO.
POR
MANUELITA LIZARRAGA
“LENCHA,
LA ANIMITA DE SANTIAGO”.
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Los habitantes de Santiago y de distintas partes
del Estado de BCS le atribuyen milagros.
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Florencia Cadena Burgoín fue su nombre.
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Lencha era nativa de Las Cuevas y murió de sed sentada bajo la fronda de un
viejo ciruelo en Agosto de 1905.
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Su tumba está en el arroyo de Santiago rumbo a
la Sierra y siempre es muy visitada por personas que les concedió algún favor,
y le llevan ofrendas, desde una botella de agua para calmar su sed, hasta
vestidos de novia.
Cuenta la leyenda que un día de
verano de los años aquellos, de principios del siglo pasado, salió Lencha de su
casa en Las Cuevas, rumbo a Santiago, con la finalidad de atender un parto,
porque ella además de partera, era curandera... Eran tiempos de sequías...el
sombrero de alta copa tejido de cogollo de palma no lograba mitigar los fuertes
rayos solares que inclemente pegaba en su moreno rostro, de bellas facciones,
jóvenes aún...el sudor escurría generoso desde su amplia frente por todo su
juncal cuerpo en el que se le pegaban los largos ropajes dificultando su
andar...las huellas de sus pies calzados por mocasines iban quedando plasmadas
en las recalcitrantes arenas del arroyo grande...luego dirigió sus pasos por el
margen del arroyo de Santiago...las blancas arenas centellaban con el radiante
sol que aunado al sudor que escurría por su rostro, cegaban por momentos su
mirada... llevaba los labios partidos por la sed... su andar era ya
lento...Lencha llevaba mucha sed e iba perdiendo el rumbo del camino... el
ruido de sus pequeños pies hacían crujir las ramas secas, que no lograba apagar
el fuerte jadeo motivado por la fatiga que le causaba, además del fuerte sol, y
tanto caminar, el peso del bulto colgado en sus hombros conteniendo sus
implementos de trabajo; como remedios, tijeras para cortar el cordón umbilical,
aceites, pabilo para amarrar el mismo cordón, entre otras cosas necesarias para
su humanitario oficio.
Lencha, había salido de Las
Cuevas e iba a las tierras del rebelde Pericú...Santiago...la sabia mujer ya
había perdido por completo el rumbo...de pronto, cuando su mente empezaba a
divagar recordó la cañada de “Los Chorritos”, donde generosa fluía el agua como
un manantial...con esa esperanza en su mente, sacó fuerza de donde pudo, y
arrastrando los pies con sus últimos alientos se encaminó hacía la cañada de
Los Chorritos... la pobre Lencha nunca pudo llegar, porque entre más caminaba
más se alejaba del camino perdiéndose por completo...ante su extraviada mirada danzaban
los cardones implorando al cielo unas gotas de lluvia y las ramas secas
parecían almas en pena a su alrededor.
Exhausta, deshidratada por el
fuerte sol, y la falta de agua, Lencha se sentó bajo la fronda de un viejo
ciruelo.... tenía la mirada perdida y sus labios ya resecos... no tenía fuerza
ni para soltarse el colgajo que llevaba al hombro.... con la mirada puesta en
la lejanía con la preocupación de que no llegaría a traer a aquel niño al
mundo, Lencha expiró su último aliento.... quedó sentadita bajo el
ciruelo...murió de sed.
Al paso de los días, un joven
que andaba campeando la encontró. Los pocos habitantes de la época acudieron
consternados junto con las autoridades y le dieron ahí mismo cristiana
sepultura, levantando un humilde montículo de tierra y una sencilla cruz bajo
el ciruelo, el que al paso de los años, un terrible huracán derribó respetando
la Tumba de Lencha, la animita de Santiago, y así los huracanes se iban de paso
y los arroyos se abrieron en dos, para no dañar la tumba de la mujer que murió
de sed, cuando salió un día de Las Cuevas rumbo a Santiago.
Por el sufrimiento que padeció,
y por muchas otras cosas que a las personas de Santiago les pareció fuera de lo
normal, a Lencha le hacían peticiones y promesas sobre cualquier enfermedad que
padecían y que padecen y al parecer se las cumplen y les llevan ofrendas desde
una botella con agua hasta vestidos de novia y otros implementos nupciales y
así se fue tejiendo la leyenda de la animita de Santiago...cuentan que entre
tantas peticiones cumplidas en una ocasión, que en la inmensidad del océano
andaban a la deriva cuatro pescadores rodeado de tiburones y estaban en un
inminente peligro y se encomendaron a
Lencha y de milagro salvaron la vida; otra, que a una joven señora le dieron
más de treinta puñaladas y la tiraron al monte, quedando su cuerpo muy herido
cerca de la tumba de Lencha, y la señora con su último aliento le pidió que si
le salvaba la vida, le iba a hacer su tumbita.
...La señora apuñalada se
salvó, y le cumplió a Lencha; le hizo su lápida donde acude fervorosa la gente
de Santiago y de otras partes también a visitar la tumbita de Lencha y llevarle
alguna ofrenda.... A veces son unas flores, una veladora, en otra, una botella
con agua, así como cabellos y zapatitos de niños, cordones umbilicales, entre
otros que pueden apreciarse.
.... caminante, si pasas por la
tumba de Lencha rumbo a “Los chorritos”, la que es respetada por arroyos y
huracanes, llévale una botella con agua y eleva una plegaria...y si tienes algún
problema de salud, encomiéndate a Lencha y seguramente te concederá tu petición…
…Por
el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada
hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el
programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
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