LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“ENVUELTO EN LA LEYENDA...EL
TIEMPO Y EL OLVIDO...MAKLIS...FUE UN PERSONAJE DEL FOLCKLOR SUDCALIFORNIANO”.
- Macklis Santos Maldonado Tatabiate...se dice
que fue su nombre.
Con su tambache colgante en el hombro, Maklis deambulaba
por aquellas callecitas de La Paz de antaño...diciendo como un rito “Hermanito
Juan tatabiate, o caguaseca”, refiriéndose seguramente a los jefes de las
tribus yaquis, después de sus resonantes estornudos que eran el terror para los niños de aquella época....en realidad no eran
estornudos los que hacía Macklis, lo que pasaba era que este personaje se
tapaba un poro de la nariz y hacía como corneta. Maklis era un personaje muy
singular que los mayores aprovechaban para ponerlo del “coco” de los niños para
meternos en cintura, ¡y cuanto miedo sentíamos al verlo aparecer de repente en
las esquinas!...!regresas pronto con el mandado, porque si no, te puede salir
el Maklis y te va a llevar en su bolsa de tilichis! Era la consabida amenaza para
los chamacos desentendidos.
En realidad, Maklis era un ser inofensivo que tal vez
estaba afectado de sus facultades mentales...se decía que fue un buen
telegrafísta en El Boleo, allá en Santa Rosalía cuando estaba en su auge la
explotación del cobre y otros minerales. ¡Toda una época de ese histórico
pueblo minero! Contaban también la voz de los ancianos que hace muchos años,
cuando todavía se embarcaba ganado para mandarlo a otras partes del interior de
la República, así como tantas mercancías que iban y venían paara cubrir las
necesidades de la población de aquel tiempo... de uno de aquellos barcos
mercantes que hicieron historia, quizás El Ednarosa, El raul, o el Corringam,
entre otros; una soleada mañana de
verano, los estibadores estaban en plena faena y con asombro vieron aquel
extraño personaje que, a Maklis, quien
pegó un salto al muelle fiscal, y así venía ataviado con su tilichi del
lona al hombro, y su sombrero de lona de lado lo primero que hizo fue
hospedarse bajo los pilares del muelle. Su limpia mirada y noble faz inspiraba
confianza...estaba ataviado con un overól gris arremangado, su cabeza la cubría
con sombrero de lona gris, caído hacia un lado, calzaba sus pies con vistosas
teguas de las que hacían con Don Julio Beltran y su inseparable bolsa de lona
llena de tilichis colgándole a los hombros, lo distinguía, y lo hacía muy popular de repente salía de las esquinas, tiraba el
tambache al suelo,y como un rito, daba
dos tres vueltas en círculo, se llevaba a la cara sus dos grandes manasas, se
tallaba la regordeta nariz y estornudaba ruidosamente que podía escucharse a
varias decenas de metros a la redonda...aaaaaattttchhhssss...aaaaaatttchhhs y
decía “hermanito Juan tatabiate o caguaseca” y se hacía un corredero de chamacos al ver y escuchar a
Maklis, quien nunca se fumaba un cigarro nuevo, tenía que estar usado porque
decía que en un cigarro lo había enfermado.
Aquel singular personaje de aquella Paz de antaño de
florecidos y perfumados jardines, era el terror para los niños que no le
conocían bien, ya que las mamás se encargaban de asustarlos con Maklis para
meterlos al orden...!te va a llevar el Maklis! Y los chamacos creían que en el
tambache que le colgaba en el hombro, allí se llevaba a los niños. La
apariencia de Maklis y sus estruendosos estornudos inspiraban temor, pero en
realidad este noble señor era inofensivo...andaba de casa en casa, y de
tendajón en tendajón ofreciendo sus servicios de mandadero o de los oficios
aquellos tan dignos como jalar agua del pozo, o en los leñeros partiendo la
leña; se dice que a doña Julia y Don Angel, los padres del ex gobernador del
licenciado Ángel César Mendoza Arámburo, Macklis les partía la leña....la gente
lo respetaba y le ofrecían algunos alimentos, los que Maklis recogía en un
botecito, y al término de sus largos recorridos por aquellas callecitas de La
Paz, y sus estornudos de gran estruendo, se los comía a placer bajo los pilares
del muelle fiscal, donde se decía era su hábitat.
En aquel tiempo, también había niños que no le temían a
Maklis,y que eran muy traviesos, lo
camelaban escondidos entre los árboles, a esperar el momento preciso cuando
Macklis daba la vuelta en las esquinas reculando para atrás y para
adelante, para hacer su acostumbrado ritual de ruidosos estornudos, y que éste
tirara al suelo el tilichi para escondérselo. Cuentan los antiguos que una
tarde de aquellas hermosas de La Paz, de molinos de viento y barcos mercantes,
Maklis dejó de existir...nunca se le volvió a ver más ...quedando en el
recuerdo de quienes lo conocieron como un personaje muy singular, que formaba
parte del paisaje sudcaliforniano, y que dio paso a la leyenda...los niños y
demás gente extrañaban el diario peregrinar de Maklis, así como sus ruidosos
estornudos seguido de su ritual “hermanito Juan tatabiate o
caguaseca”...atcchhss, atttchsss,
Maklis se pierde en el tiempo y el olvido...pero los que
peinamos canas...aún lo recordamos, porque formó parte de aquella feliz
infancia que Dios gracias nos tocó vivir en aquella hermosísima Paz de antaño.
… POR
EL PLACER DE ESCRIBIR…RECORDAR…Y COMPARTIR…
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