LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“DON CARLOS OROZCO YEPIZ...FUE
UN RECONOCIDO POCERO EN LA PAZ...OFICIO QUE SE PERDIO”.
...Los cabellos plateados blanqueaban en las
penumbras...la alta figura de ébano arrastrando los cansados pies, se recortó
en el marco de la puerta de su hogar... no encienda la luz, le dije, no es
necesario...Don Carlos Orozco, como un fuerte roble que se niega a caer, dijo
que su vida fue muy pesada...el oficio de pocero era muy cansado, y arriesgado,
así como mal pagado; pero de alguna manera tenía que ganarse el sustento
diario...el primer pozo que hizo fue en el rancho El maniadero de Don Agustín
Arriola, le pagaban 2.50 diarios, y tardó 4 años en escarbar dos pozos
profundos de 76 metros cada uno...se medían 2.5 metros y de diámetro en la
tierra, y se iba reduciendo con el material de ademe; se va escarbando hasta
encontrar arena y se va siguiendo la
raíz del mezquite, hasta topar en el fondo con el espejo del agua. La señal
para hacer un pozo, es donde hay mezquite, es un hecho inequívoco de manantial
de agua. Fueron 74 pozos de agua los que hizo en La Paz y parte del estado
durante más de 25 años de su vida. El más profundo fue de 88 metros, en el
rancho La victoria, por El centenario; y los pozos para escusados fueron incontables.
Era aquella Paz de antaño, a golpe de barra a escasos
metros de profundidad, donde el vital líquido en cualquier lugar fluía a
torrentes...era fuente de vida y verdor, cada familia tenía su propio pozo de
agua, la que jalaban con mecate y un balde a través de una rondanilla, y también
con cigüeña o de lo contrario tenían su
molino de viento, pila para el agua y sistema de riego para los huertos
familiares sembrados de variados árboles que daban frutos en abundancia, que
hasta se pudrían con el sol...Don Carlos Orozco, nació en la época de
revoluciones y movimientos políticos...eran tiempos difíciles en todo el país,
principalmente para los que menos tenían...vio la luz primera el 9 de noviembre
de 1915 en La Paz, BCS en Guillermo Prieto y Constitución, donde estaba un edifico
que le decían “El descanso”, porque allí velaban algunos muertos. Sus padres
fueron Alta Gracia Yépiz de Orozco, y Alberto Orozco. Fueron cinco hermanos.
Sus padres murieron cuando Carlos era muy pequeño, y lo acabó de crecer su tío
Rafael, quien fue un buen hombre de aquellos cabales, forjado en el campo, pero
no le dio la oportunidad de estudiar; lo hizo al trabajo campesino como él,
andaban de rancho en rancho, ya que su tío se dedicaba a la compra y venta de ganado.
Así fue la infancia de Don Carlos Orozco, plagada de variadas experiencias donde hubo de
todo, con muchos sufrimientos, porque además la mujer que tenía su tío, le daba
muy mala vida, hasta que su tío la dejó, y se casó con una muchacha de los
rumbos de La buena mujer, llamada Victoria Olachea Valdés. Don Carlos, siendo
ya un jovencito, se separó de su tío y se vino a La Paz con su abuela Soledad
Lucero. Fue en el año de 1939, época en que estaba su auge la pesca del tiburón
y decayó el buceo de la concha Madreperla. Don Carlos Orozco, fue muy conocido
por su valor, por su fuerza y por su eficiencia para escarbar pozos profundos a
pulmón a punta de barra. Hacía de todos los oficios por las mismas necesidades
a las que se enfrentaba, principalmente era pocero, y también matancero. Por
escarbar un pozo para escusado, mingitorio o letrina, le pagaban .50 centavos.
Por matar una res o un chivo o un puerco, .50 centavos; y a veces le daban el
cuero, cabeza y dentros. Para que le rindiera el día, el cuero lo vendía en la
Tenería de Don Gerardo, la que estaba ubicada en Altamirano y Morelos, donde
compraban también el excremento de perro a .20 centavos el tambo, el que
utilizaban para el curtido o encerado de las pieles. La vida de Don Carlos fue
de mucho sufrimiento y muy cansada. En el muelle fiscal descargaba y cargaba
los barcos mercantes de la época. 75 centavos diarios ganaba de sol a sol,
cargando en el hombro sobre un borriquete tres costales de azúcar de 50
kilogramos cada uno y lo llevaban desde el muelle hasta los almacenes de
Canseco.
El muelle era de madera y tenía rieles, maderas que nomás
crujían con tanto movimiento. En 1941, dio inicio la obra para renovar el
muelle y hacerlo de concreto, la que estuvo a cargo del maestro de albañil
Pablo Barrera y las garitas estaban en el agua. Don Carlos era peón en esa obra
y le pagaban .50 centavos diarios trabajados de sol a sol. También trabajó en
la presa de El cajoncito, y ya terminada la obra, la iban a enterrar, cuando
cayo el ciclón del 41 y barrió con todo el trabajo realizado, asimismo trabajó
de sol a sol en la compañía la “Ticsa”, para la construcción de la carretera
Transpeninsular, pero para el oficio que más lo buscaban era para escarbar
pozos profundos para el agua, o para los escusados. En Pichilingue descargaba
sal desde el amanecer hasta la madrugada y se ponía muy contento porque ganaba
40.00 pesos a la semana y podía comprarse ropa y zapatos, dice Don Carlitos,
que no fueron pocas las veces en que estuvo en peligro su vida. En ocasiones
estuvo a punto de derrumbarse el pozo en el que trabajaba; otra vez se fue una
barra de punta hasta el fondo, pero él ya estaba diestro en sortear estos
peligros con la ayuda de Dios. Con gran nostalgia, Don Carlos Orozco recuerda
el día que conoció a la que fue su esposa, una bella flor del campo peninsular,
María del Rosario Hirales Morales, quien nació en Las gallinas.
Aquella soleada mañana de Octubre, cuando él estaba en
plena faena, escarbando un pozo e iba ya a 20 metros de profundidad, un
alboroto traían los compañeros que jalaban la tierra porque se enteraron que en
el rancho “La lagunilla” vivían tres hermosas muchachas. Se pusieron de
acuerdo, y muy contentos merodeaban a los alrededores del rancho, se decidieron
a llegar, haciéndose los que andaban perdidos del camino, las jóvenes
recelosas, pero muy atentas salieron a atenderlos...los varones de la casa por
fortuna andaban campeando, y corrieron con suerte. De ese encuentro, surgieron
otros y otros naciendo un gran amor entre Rosario y Carlos hasta culminar en el
altar de la parroquia de Nuestra Señora
de La Paz el 31 de diciembre de 1947, a la seis de la mañana fue un día de
intenso frío que hasta nevó. Bendijo esa unión el creador universal, con 7
hijos: Ramón, Aurelio, Ana maría, Cleofás, Emeterio, Mariel, María Guadalupe y
Enrique, quienes le han dado la alegría de 18 nietos y 3 bisnietos, así como
nueras y yernos.
Termina diciendo Don Carlos Orozco que le está muy
agradecido a Dios y a la vida, que nunca lo dejó de su mano, que a pesar de
desempeñar los oficios más pesados, mal pagados y cansados, Dios le dio más de
lo que merece. Y no se lamenta, que a sus 85 años de edad no tuvo la oportunidad de recibir el beneficio de una
jubilación, ni prestación alguna, porque afortunadamente Dios lo bendijo con
unos hijos excelentes que dentro de sus posibilidades nada le ha faltado y se
han hecho cargo de su padre, ahora que el peso de los años doblan su espalda, y
la tristeza embarga su corazón porque su amada esposa se le adelantó en el
camino a la eternidad, iniciando el año 2000.
…y a punta de barra, de pico
y pala aquel roble del campo peninsular, don Carlos Orozco Yépiz ganaba
dignamente el sustento diario para su familia, de aquella Paz de antaño…
…Por el placer de
escribir…Recordar…Y compartir...
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