viernes, 15 de diciembre de 2017

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR. MANUELITA LIZÁRRAGA
“LOS JUGUETES DE ANTAÑO”.
Estamos en vísperas de navidad, y trae a mi mente gratos recuerdos...mi muñeca de trapo, mi perro viejo, “el pachuco”, la cuerda, la matatena, los monitos de sololoy, ¡qué diferencia de aquél ayer!...ahora todo es fiesta y derroche de dinero en juguetes de alto costo, que al rato andan tirados, y que tienen capturada la voluntad del niño, invadiendo el espacio de su expresión, imponiéndole las reglas del juego. Mediatización de la primera edad en la que el juego no obedece a los impulsos básicos de crear y recrear al mundo, sino a lo que define la tecnología del consumo y la fábrica de juguetes. Ahora, los niños ya no construyen sus propios juguetes, no imita ni sueña, no utiliza ni da forma a los juguetes en aras del juego; ahora jugar responde a estímulos externos, la televisión, el juguete industrial, definen los gustos, la fantasía y el lenguaje en símbolos que van marcando su conducta y capturan su voluntad.
En el pasado, con sencillos juguetes eran los niños tan felices, los que eran elaborados por industriosos hombres y mujeres de la época...carritos de madera, muñecas de trapo, caballitos, baleros, trompos, etc., donde aplicaban el ingenio y la creatividad, pues no era el valor monetario, sino lo que simbolizaba el recibir el regalo en Navidad. Con cuánta ilusión los niños esperaban ese grandioso día del nacimiento de Jesús, porque además del regalo que les amanecía, recibían de los mayores el mensaje del por qué se festejaba la noche buena. A las 7 de la tarde, los niños ya estaban cenados y acostados para esperar el nacimiento del niño Dios y la llegada de Santa Claus. Previamente ponían una caja de cartón a los pies de la cama, o cabecera, para que ahí fueran depositados los regalos, mientras los mayores acudían a misa de Gallo. Y generalmente, lo que les amanecía consistía en cosas tan sencillas pero que hacían la felicidad de los niños...en una bolsa de papel estraza, conteniendo dulces de mentas, de aquellos de la marca Larín, una mandarina, una manzana, cacahuates, galletas abetunadas, un espanta suegras, un chiflo, pompas, unas calcetas, moños, y desde luego, la muñeca de trapo, o un mono de sololoy para las niñas, y para los niños su carrito de madera o su caballito, un balero, o un tirador...!y que felicidad tan grande en la Navidad!.
El arbolito, símbolo de vida y esperanza, consistía en un trozo de pino o de palo verde ingeniosamente adornado, donde participaba la familia entre aquél calor humano, elaborando estrellitas y esferas, de papel de cajetillas de cigarros, jarritos, cazuelitas, en fin, y las figuritas del nacimiento que no debían faltar. Ahora, el juguete industrial es un formador de valores culturales y hábitos de consumo. La mercadotecnia, le impone al niño rituales y temores, le construye ídolos fantásticos, como los mercenarios, los superhombres del racismo, o colonialismo, la ciencia ficción que dejó La Guerra de Las Galaxias, los juegos de video, etc....agresividad, destrucción, posesión del objeto y el poder, son parte de los signos ocultos en el juguete que convierte en fantasía la realidad del mundo. Mediante el juego aprende el niño patrones de conducta que engloban los juguetes industriales. El horizonte es una pantalla de televisión en donde se proyectan y cobran movimiento los juguetes que el niño pide para apropiarse de la imagen y el mito, para sustituir la imaginación infantil, debilitar su identidad y capacidad gestual. Elimina las fronteras entre lo real e imaginario. El niño se convierte en su juguete, pero no lo crea.
La artesanía es cosa del pasado, no les llama la atención las muñecas de trapo, ni los juguetes de madera o de otros materiales. El niño no tiene un tiempo ocioso para crear sus propios sueños. A cambio del juego recreativo y formativo, el juego aprendizaje, tendrá una muñeca que habla, llora y ríe, un batimovíl con sonidos idénticos a la imagen inculcada...sus héroes favoritos de la televisión que sustituyen la figura paternal, aprendiendo al niño a ser adulto en miniatura.
Antaño en la navidad los niños felices jugaban y compartían con la familia y amiguitos aquellos sencillos juguetes del ayer…
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…

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